Tal día como hoy del año 1939, hace 85 años, el Ayuntamiento franquista de Barcelona, dirigido por Miguel Mateu Pla —conocido popular y despectivamente como Miquel dels Ferros— anunciaba que las chekas, los centros clandestinos de detención, reclusión, interrogatorio y asesinato que, durante el llamado periodo revolucionario (julio 1936 – mayo 1937) habían utilizado elementos incontrolados de la CNT-FAI, serían habilitadas como atractivo turístico de la ciudad. Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 30/07/1939): “La apertura de estas sombrías cárceles, subsanará esta falta de conocimiento del público barcelonés y de los forasteros que nos visitan”.

Según la investigación historiográfica, el arquitecto de aquellas chekas había sido un personaje llamado Alfonso Laurencic —nacido en Francia, pero de origen húngaro y afiliado al sindicato CNT-FAI— que se presentaba como técnico de construcción, aunque nunca pudo exhibir un título académico acreditativo. Aquellas funestas construcciones, que después del periodo revolucionario (mayo 1937) y hasta la ocupación franquista de Catalunya (enero-febrero, 1939) utilizaría el Servicio de Inteligencia Militar de la República, controlado por elementos estalinistas del PCE, estaban inspiradas en las cámaras de detención y tortura que el NKVD, los servicios secretos soviéticos, utilizaba en la URSS.

Aunque el régimen franquista lo presentó como espacios donde exclusivamente se habían cometido atrocidades contra personas de ideología conservadora y de confesión católica, la investigación historiográfica ha probado que, también, fueron torturadas y asesinadas personas de ideología catalanista. También la investigación historiográfica ha probado la existencia de vasos comunicantes entre la CNT-FAI y la Falange Española durante el periodo revolucionario. El periodista Josep Maria Planes, pionero del periodismo de investigación, habría descubierto esta sórdida relación, y fue secuestrado y asesinado a tiros en un descampado por un pelotón de la CNT-FAI.