Tal día como hoy del año 1373, hace 648 años, se producía un terremoto en el extremo noroccidental de Catalunya, que es el movimiento sísmico documentado más antiguo de la historia de Catalunya. Según las investigaciones modernas, aquel terremoto tuvo su epicentro en la Vall de Boí, y tuvo una magnitud entre 8 y 9 en la escala de Richter. Las fuentes documentales revelan que aquel movimiento sísmico causó una gran destrucción en los valles de Boí, de Aran y de Àneu. En cambio, no cuantifican las víctimas de aquella tragedia, pero teniendo en cuenta que se produjo de noche (mientras la población dormía), el balance de muertes debió ser aterrador.

Las mismas fuentes detallan que en la zona del epicentro quedaron especialmente afectadas las villas de Sorpe (Vall d'Àneu) y Montclús (sierra del Montsec), con un nivel de destrucción total. También mencionan que Castèth Leon (construido un siglo antes y situado en la confluencia de los ríos Garona y Joeu), que era la principal fortaleza y la residencia de los gobernadores de Aran, quedó parcialmente destruido (se cayeron la torre del portal y la torre mayor); y que los campanarios de las iglesias parroquiales de Boí y de Taüll no pudieron resistir el terremoto y se precipitaron sobre los tejados de las casas de los alrededores. Montclús, totalmente cubierto por un desprendimiento de rocas, no fue nunca reconstruido.

Aquel terremoto también afectó otras villas y ciudades de Catalunya, de Aragón y de Occitania. Según las mismas fuentes documentales, la onda sísmica provocó varios daños en edificios situados hasta 200 kilómetros del epicentro y describen hundimientos parciales a causa del terremoto en el Castell del Rei, de Lleida; en la Casa de la Paeria, en Cervera; en la iglesia parroquial de Albalat, de Cinca; en los castillos de Oló y de Gurb o en las iglesias de Sant Just, de Santa Clara y de Santa Maria del Mar, en Barcelona. En este último caso, está documentado que la parte alta del campanario se precipitó contra el suelo de la plaza, y provocó varios muertos.