Tal día como hoy del año 1940, hace 80 años, al día siguiente del fusilamiento del president Companys, la prensa que se editaba en Catalunya salía a la calle sin ninguna mención a la ejecución. Desde la ocupación franquista de Catalunya (enero-febrero 1939), los rotativos catalanes de la época que habían sobrevivido a la depuración franquista habían sido convertidos en simples difusores de la propaganda ideológica del régimen franquista, y con este objetivo su dirección había sido encomendada a elementos declaradamente "afectos al régimen", nombrados a dedo por el aparato de estado franquista,

Esta estrategia de control sobre los medios catalanes, e incluso de desconfianza hacia los franquistas catalanes, era muy evidente en las direcciones de los dos grandes rotativos del momento. Después de la ocupación franquista de Barcelona (26/01/1939), La Vanguardia Española pasó a ser dirigida por el falangista Manuel Aznar Zubigaray, un personaje que había hecho un curioso viaje desde la prensa nacionalista vasca hasta la crónica militar del bando rebelde durante la Guerra Civil. Aznar sería el abuelo de José María Aznar López, expresidente del Gobierno por el Partido Popular (1996-2004).

No obstante, cuando se produjo el fusilamiento de Companys, el nuevo director de La Vanguardia era el también falangista Luis Martínez de Galinsoga, que se haría tristemente célebre en los años sesenta cuando proclamó pública e insistentemente “todos los catalanes son una mierda”. En El Correo Catalán las cosas no eran diferentes. También después de la ocupación franquista de Barcelona (26/01/1939), fue nombrado director el carlista murciano Diego Ramírez Pastor (1939-1946). Fue el único no catalán de los doce directores que tuvo el rotativo carlista, durante sus ciento once años de historia.

El silencio de aquel hecho sorprende, más cuando la captura y ejecución del president Companys había sido convertida en el objetivo número uno del Ministerio de Gobernación español, dirigido, en aquel momento, por el falangista y filonazi Ramón Serrano Suñer, conocido popularmente como el Cuñadísimo, por su relación familiar con el dictador Franco. Serrano Suñer había urdido la captura del president Companys y, con anterioridad, había sido el promotor de los nombramientos de Aznar, Galinsoga y Ramírez Pastor al frente de los dos grandes rotativos catalanes del momento.