Tal día como hoy del año 1128, hace 893 años, cerca de la ciudad de Guimaraes se libraba la Batalla de Sao Mamede, que enfrentó, por una parte, a las tropas de Alfonso Henriques —conde dependiente de Portugal— y las de Paio Soares da Maia —arzobispo de Braga— con las de Fernando Pérez de Traba —conde de Trastámara y máxima autoridad de la monarquía leonesa en el reino autónomo de Galicia—. La derrota de los leoneses ponía punto final a la ambición de las oligarquías gallegas,representadas por los Trastámara y por los arzobispos de Santiago, que ambicionaban incorporar el condado portugués al reino gallego y, de esta manera, ampliar un dominio que pretendía ser una dimensión territorial y demográfica suficiente para contrapesar el poder central leonés.

El condado de Portugal había sido fundado a finales del siglo IX como una marca (una "extremadura" del reino de León. La superficie de su dominio se extendía por el valle bajo del río Duero, la capital política y económica era Oporto y la capital eclesiástica era Braga. Al principio de la centuria del año 1000, los condes dependientes portugueses habían expandido sus dominios hacia el sur y habían alcanzado la línea del río Tajo. El año 1095, el rey Alfonso VI de León nombró conde a Enrique de Borgoña, un alto funcionario de la corte casado con su hija natural Teresa de León. Serían los Borgoña los que conseguirían convertir el cargo en patrimonio de la familia, y los que impulsarían y liderarían las reivindicaciones independentistas de las oligarquías portuguesas.

Pocos meses después de la Batalla de Sao Mamede, Alfonso Henrique era proclamado príncipe (hombre principal) de Portugal, una figura política y jurídica de raíz romana que, pocos años antes —a partir del año 987—, los condes de Barcelona habían utilizado para afirmar su independencia con respecto al poder central carolingio. Una década después (1139), Alfonso Henriques consiguió un gran éxito militar: fue el primer soberano peninsular cristiano que derrotó los almorávides. Después de aquella batalla (denominada Batalla de Ourique), las oligarquías portuguesas pactaron con la monarquía leonesa y con el pontificado coronar a Alfonso Henrique, que de esta manera se convertía en el primer rey de Portugal.