Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y a la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), y a dos meses del inicio de la II Guerra Mundial (1939-1945), la tripulación de los cruceros de batalla Giuseppe Garibaldi y Luigi di Savoia y de los torpederos Saetta, Strale, Frecia, Folgore, Fulmine, Lampo y Baleno de la marina de guerra del régimen fascista italiano desembarcaban en Barcelona.

En total, aquel grupo de guerra, comandado por el almirante Oscar de Giamborardiano, sumaba una dotación de 2.000 hombres. Aquella escuadra, que había participado activamente en la Guerra Civil española combatiendo al lado del bando rebelde franquista (bombardeando objetivos civiles en ciudades portuarias de la zona republicana), había llegado al puerto de Barcelona el día anterior, según la prensa de la época (La Vanguardia Española, ediciones del 30/06/1939 y del 01/07/1939) “en viaje de cortesia a la España del Caudillo”.

Según la prensa, fueron generosamente agasajados por las autoridades locales del régimen franquista: el jefe y secretario provinciales de la Falange Mariano Calviño y Felip Batlló; el gobernador militar general Yeregui; el capitán de la Guardia Civil Bravo Montero; el jefe provincial de "Milicias" Enric Monteys; el general Álvarez Arenas (general en jefe de los Servicios de Ocupación); el jefe de policía de Barcelona González Feijoo; y el alcalde accidental Bonet del Río. También, según la prensa, fueron agasajados por la Sección Femenina de la Falange, que "les dispensaron una cariñosa acogida".

La tripulación del grupo de guerra italiano fue invitada a una serie de actos de enaltecimiento del fascismo en la plaza de Catalunya, en la Ciutat Vella y en el monasterio de Montserrat, donde ―según la misma prensa― fueron generosamente obsequiados con cargo en el erario público. Una situación que contrastaba radicalmente con el escenario generalizado de miseria extrema que cubría la ciudad. No obstante, la prensa cautiva de la época se esforzaría por presentar aquellos actos como un gran acontecimiento político que reforzaba los vínculos entre los regímenes de Mussolini y de Franco, y que los relanzaba internacionalmente.