Tal día como hoy del año 1717, hace 300 años, el rey Felipe V –el primer Borbón hispánico– promulgaba el decreto que oficializaba la fundación de la Universidad de Cervera. Las clases, sin embargo, se impartían desde dos años antes en varias aulas repartidas por las casas más espaciosas de la villa. Con el decreto de fundación se daba, también, el pistoletazo de salida a las obras de construcción del edificio, que se iniciarían el año 1718 y concluirían el año 1740. Durante estos 22 años las seis facultades de la Universidad cerverina (Teología, Cánones, Leyes, Medicina, Filosofía y Humanidades) se fueron incorporando en la sede definitiva de forma progresiva. Cervera fue la única universidad del Principat hasta 1833 y subsistió hasta 1840, que cerró definitivamente.

La Universidad de Cervera fue creada para tener controlado todo el sistema académico catalán. Se cerraron las siete universidades catalanas: Lleida –fundada en 1300 y la más antigua de la corona de Aragón–, Girona –de 1446–, Barcelona –de 1450–, y Tarragona, Tortosa, Vic y Solsona, creadas durante la centuria de 1500. Con los cierres se produjo, también, una depuración política. El cuerpo docente de la nueva universidad fue provisto por elementos de probada y entusiástica adhesión al régimen borbónico. Su primer rector oficial, nombrado canciller y nombrado directamente por el Borbón, fue Francesc de Queralt y de Xetmar descendente del conde de Santa Coloma –el virrey muerto por los segadores en el inicio de la revolución antiseñorial e independentista de 1640–.

El emplazamiento de la única universidad catalana en Cervera ha alimentado el falso mito histórico que relaciona –en el contexto de la guerra de Sucesión– a las élites locales con el partido borbónico: "Cervera, ciudad traidora". Los historiadores Agustí Duran i Sanpere –impulsor de la red de archivos históricos de la Generalitat republicana– y Josep Benet i Morell –figura clave en la política catalana contemporánea– demostraron que los borbónicos, en Cervera, fueron una minoría insignificante. Y demostraron que la decisión de emplazar la nueva universidad en Cervera –rival histórica de Lleida en la región occidental catalana– respondía, sobre todo, a la voluntad política de castigar Lleida, tenazmente austriacista, que tenía en su universidad su principal activo económico, cultural y social.