Tal día como hoy del año 1560, hace 461 años, moría en Augsburgo (ducado independiente de Baviera) Anton Fugger, que había sido banquero privado de Carlos de Gante (mal llamado I de España y V de Alemania cuando, en aquel momento, ni España ni Alemania existían) y de su hijo y heredero Felipe II de Castilla-León y I de Catalunya-Aragón. Fugger estaba considerado el hombre más rico del mundo y era la cuarta generación de una estirpe de comerciantes de tejidos que habían evolucionado hacia propietarios de minas y hacia banqueros. Con los Médici y con los Welser, se les considera fundadores del sistema capitalista.

Con la llegada de Carlos de Gante al trono de la monarquía hispánica (1518), se produjo un formidable desplazamiento en el mundo de los negocios: los banqueros catalanes, valencianos y mallorquines —que habían financiado las grandes empresas hispánicas durante el reinado de los Reyes Católicos— fueron repentinamente desplazados en favor de una nueva casta de negociantes procedentes de los Países Bajos y de los principados independientes de la parte occidental del Imperio Germánico. Una de estas estirpes fueron los Fugger, que en pocos años consiguieron la propiedad y el control de buena parte de la actividad minera de la Corona castellanoleonesa.

Pero, además, se convirtieron en grandes propietarios latifundistas. Adquirieron una gran extensión de terreno en las marismas del Guadalquivir (de gran valor agrícola y estratégico). Y, también, adquirieron una gran extensión de terreno en la comarca del Maestrazgo, a caballo entre el País Valencià y de Aragón. Se daba la curiosa circunstancia, que no escapó a nadie, que, dos siglos antes (1304-1308), aquel extenso territorio había sido el núcleo del proyecto de creación de un estado templario. La persecución y liquidación de la orden templaria (1308-1313) no resolvió el misterio del tesoro, que muchos contaban con que podía permanecer oculto en algún lugar de la propiedad que adquirió Anton Fugger.