Tal día como hoy del año 1712, hace 309 años, en Versalles (reino de Francia) y en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), moría Luis de Borbón y de Baviera, designado heredero para suceder en el futuro a su abuelo Luis XIV de Francia, y se abría una crisis sucesoria con un final incierto. El delfín (sucesor al trono) Luis, que era el hermano mayor de Felipe V —el primer Borbón hispánico—, moría prematuramente a los veintinueve años y no conseguía sobrevivir y relevar a su abuelo. Y aunque, antes de morir, había engendrado a dos hijos, el Borbón de Madrid hizo el gesto de abandonar Castilla y trasladarse a Versalles para relevar a su difunto hermano en el cargo de delfín.

Aquella maniobra, que sólo contaba con el apoyo de una pequeña facción cortesana de Versalles, fue abortada por el mismo Luis XIV. Aquella facción estaba constituida por un grupúsculo de familias aristocráticas políticamente enfrentadas a la marquesa de Maintenon, la última esposa de Luis XIV, y el rey francés lo vio como un intento de desestabilizar su régimen personalista; y como una amenaza que podía realimentar el conflicto en la península Ibérica. Pasadas unas semanas, Luis XIV nombró delfín a su bisnieto Luis de Borbón y de Saboya (hijo del difunto Luis de Borbón y de Baviera), que a partir de 1715 reinaría como Luis XV.

En aquel intento, Felipe V habría previsto dejar a su primogénito Luis en el trono de Madrid. Incluso, si la muerte de Luis XIV se producía de forma inmediata, considerando que Luis (hijo de Felipe) era un niño pequeño, habría previsto nombrar un consejo de regencia, dirigido desde la sombra por la princesa de los Ursinos. Aquel intento causó una gran perplejidad en Madrid: las tropas borbónicas no habían ocupado Catalunya y Mallorca. Y en las cancillerías austriacistas causó sorpresa y generó desconfianza. En el Tratado de Utrecht firmado un año después (abril, 1713), las potencias austriacistas obligaron a Felipe V a renunciar a cualquier derecho al trono francés para él y para sus descendientes.