Tal día como hoy del año 1603, hace 418 años, moría en Londres la reina Isabel I de Inglaterra, que había gobernado el país durante cuarenta y cinco años (1558-1603). Su reinado marcaría el inicio de la progresión de Inglaterra, que en poco menos de dos siglos (XVII y XVIII) pasaría de ser una comparsa en el escenario político y militar continental a convertirse en la primera potencia mundial. Durante el reinado de Isabel se pusieron las bases de lo que, posteriormente, sería la potentísima marina de guerra británica. El primer éxito llegó en 1588, cuando la marina de guerra inglesa derrotó la poderosa Armada Invencible, botada por el rey hispánico Felipe II.

La derrota de la Armada Invencible no fue el único éxito de aquella marina inglesa emergente. Durante el reinado de Isabel, atacaron continuamente los transportes navales hispánicos de oro y plata que hacían el trayecto entre América y Sevilla. En 1578, Francis Drake, el corsario inglés más célebre de su época, atacó y saqueó Lima —la grande capital colonial hispánica de Sudamérica— y obtuvo un gran botín. Y en 1586 atacó y saqueó Santo Domingo —la gran capital colonial del Caribe hispánico— y obtuvo un cuantioso rescate por los cautivos. Drake también había sido el primer europeo que había pisado California (1578), que los ingleses llamaron New Albion.

Isabel también intervino en el continente europeo. Con el propósito de echar la presencia hispánica en el mar del Norte, prestó ayuda militar a los independentistas neerlandeses (1585) con una fuerza de 6.000 hombres comandada por el conde de Leicester, que causaron muchos problemas a los Tercios de Castilla comandados por el duque de Alba. También ordenaría el ataque y el saqueo de ciudades portuarias de la monarquía hispánica a la península Ibérica. A Coruña, Vigo, Lisboa y Cádiz sufrieron el rigor de Drake y de la marina inglesa. Se puede decir que Isabel fue una de las principales pesadillas del rey hispánico Felipe II y de su proyecto “el imperio donde nunca se pone el sol”.