Tal día como hoy del año 1347, hace 674 años, en Barcelona, se casaban el conde-rey Pedro III de Barcelona e IV de Aragón y la infanta Leonor de Borgoña, segunda hija del rey Alfonso IV de Portugal y tercera a la línea sucesoria del trono de Lisboa. Este matrimonio era el segundo enlace de Pedro (dllamado el Ceremonioso), que con anterioridad había estado casado y había enviudado de María de Navarra (1347) y de quien había tenido, solo, descendencia femenina (Constanza -futura reina consorte de Sicilia- y Juana -futura condesa consorte de Empúries-). Poco después de la muerte de María de Navarra, Pedro III habría intentado -infructuosamente- proclamar Constanza heredera al el trono catalanoaragonés.

La fuerte resistencia de los brazos nobiliarios aragonés y valenciano al nombramiento sucesorio de Constanza impulsó la cancillería real de Barcelona a negociar un matrimonio político que, no tan solo concibiera un heredero macho, sino que también acercara posiciones e intereses con la próspera corona portuguesa. En alguna ocasión anterior, se había pactado algún matrimonio político entre soberanos del casal de Barcelona e infantas castellanas descendientes de la familia real portuguesa. Pero nunca con una princesa que estaba en un lugar destacado de la línea sucesoria. Finalmente, y después de una rápida negociación llevada a cabo en Lisboa, se casaban Pedro (que entonces tenía veintiocho años) y Leonor (que entonces tenía diecinueve años).

Este matrimonio político obedecía, también, al interés de la cancillería catalana en las nuevas rutas atlánticas que se estaban abriendo. Tan silo cuatro años antes (1343), el navegante mallorquín Jaume Ferrer había explorado las costas de las islas Canarias y de Río de Oro (actual Sáhara Occidental) y, en aquel momento, los mercaderes de Barcelona, de Valencia y de Palma estaban abriendo casas de comercio en Brujas y en Londres, que más tarde se convertirían en pequeñas comunidades catalanas en aquellas ciudades. El reino de Portugal, totalmente orientado al océano Atlántico, se había convertido en un territorio con un gran potencial estratégico. Esta relación culminaría un siglo más tarde (1444), cuando Pedro (bisnieto de Pedro III y nieto de Jaume de Urgell) fue nombrado conde de Barcelona por la Generalitat.