Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya, las autoridades del régimen declaraban oficialmente la existencia de un importante brote de tuberculosis que, sólo en Barcelona, afectaba a "muchas personas". La tuberculosis, llamada "peste blanca" en el argot popular de la época, ya estaba presente en Barcelona con anterioridad, pero, durante los primeros meses de 1939, se había propagado notablemente a causa del paisaje general de extrema miseria (falta de alimentos, de medicamentos y de carburantes) que, después de la ocupación franquista (26 de enero de 1939), afectaba a todos los rincones de la ciudad.

A pesar de la ocultación de datos (la nota que hace pública Milà Camps, presidente de la Diputación franquista de Barcelona, se limita a cuantificarlo con el impreciso "muchas personas"), las evidencias hacen sospechar que pudo ser una pandemia. La misma nota delata una situación de alarma y ordena la creación de un Comité Provincial de la Lucha Antituberculosa con la misión gestionar la crisis. Tanto Milà Camps como Oller ―presidente y vicepresidente de aquel comité― admiten que la capacidad o la voluntad del régimen franquista es del todo insuficiente para hacer frente a aquella crisis y piden aportaciones privadas "para liberar al Estado de la pesada carga representada por bastantes millones de pesetas".

Según algunas fuentes (Patronato de Catalunya contra la Tuberculosis, La Gaceta Médica), desde finales del siglo XIX, en Barcelona se había pasado de una tasa de mortalidad del 0,58% el año 1880 (2.040 muertes) al 0,14% de 1930. En este sustancial descenso (66%) había jugado un papel muy importante la creación de la Red de Dispensarios de la Mancomunitat (1919). En cambio, el año 1939, si bien es cierto que Barcelona había triplicado población con respecto a 1880, algunas fuentes (Seix, Sayol) computan, sólo en la capital catalana y durante los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista, un mínimo de 1.730 muertes por la tuberculosis, que casi igualaba los datos del siglo anterior.