Tal día como hoy del año 1875, hace 147 años, en el contexto de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), se celebraba una rocambolesca reunión en el Hostal de la Corda, en la Vall d'en Bas (Garrotxa), entre Francesc Savalls y Arsenio Martínez-Campos, jefes militares en Catalunya, respectivamente, del ejército carlista y del ejército liberal. Según una parte de la investigación historiográfica, aquella reunión tenía el propósito de pactar el fin de aquel conflicto, que ya sólo estaba vivo en Catalunya. Pero otros investigadores ven una perversa maniobra de Martínez-Campos, que quería extender el rumor de que, en aquella reunión secreta, Savalls había traicionado la causa carlista.
Aquella perversa estrategia se basaba en un contexto que era totalmente desfavorable a la causa carlista. Las derrotas en el País Valencià y en Navarra habían limitado su dominio territorial carlista a la mitad norte de Catalunya. A todo ello se le sumaba que, después del derrocamiento de la I República española (1873-1874) y la restauración del régimen borbónico en la persona de Alfonso XII, los monárquicos que, al inicio del conflicto, habían apoyado a la causa carlista, en aquel momento ya no formaban parte de la rebelión. Martínez-Campos, que había tenido un papel muy destacado en el derrocamiento de la I República, había sido nombrado capitán general de Catalunya y se había desplazado con un ejército de 9.000 efectivos con el propósito de liquidar los últimos focos de resistencia carlistas.
Según algunas fuentes, el jefe carlista Savalls se presentó a la reunión con una actitud fanfarrona y desconfiada a la vez. Pero los detalles de aquella conversación que se divulgaron interesadamente poco después situaban a Savalls en una situación muy comprometida. Corrió el rumor que fuera del Hostal Savalls interpretaba un papel y que en el interior había abandonado aquella impostura y había aceptado cobrar dos millones de reales a cambio de desarticular el ejército carlista. Los hechos dicen que Savalls continuó los combates. Pero también dicen que, pasadas unas semanas, su ayudante Gabriel Morera, que había participado en aquella reunión, fue amnistiado por Alfonso XII “por los trabajos prestados a la causa de la monarquía liberal”.