Tal día como hoy del año 1714, hace 307 años, el coronel del Real Ejército de Catalunya y gobernador del castillo de Cardona, Manuel Desvalls i de Vergós, firmaba la capitulación de esta plaza militar; que había sido la última fortificación austacista del país. El coronel Desvalls firmó delante del oficial borbónico José Carrillo de Albornoz, que ―como plenipotenciario autorizado por Felipe V― se comprometió documentalmente a respetar las vidas y bienes de los defensores, y a facilitar la evacuación hacia las nuevas posesiones italianas de Carlos de Habsburgo a los que lo pidieran. Cuando capituló Cardona, ya hacía cinco días que había capitulado Barcelona (13/09/1714).

Sin embargo, una vez obtenida la entrega de las armas y de la plaza, el régimen borbónico incumplió todos los acuerdos de aquellas capitulaciones. T'Serclaes de Tilly ―el nuevo capitán general borbónico de Catalunya― y el mismo Felipe V consideraron que Carrillo de Albornoz había sido demasiado blando y ordenaron la captura de todos los defensores de Cardona. Algunos fueron detenidos en sus casas y delante de sus familias y de sus vecinos; y otros, mientras estaban en Barcelona esperando para embarcar hacia Nápoles. Los defensores de Cardona, que el régimen borbónico había prometido amnistiar, fueron brutalmente torturados y perversamente encarcelados.

T'Serclaes de Tilly formaba parte de un nutrido grupo de altos oficiales extranjeros al servicio de la monarquía española. Esta práctica, que se remontaba a la época en que los Tercios de Castilla combatían por toda Europa (siglo XVI y XVII), se generalizó durante los primeros años del régimen borbónico español. El rey Luis XIV de Francia ―abuelo y valedor de Felipe V de España― no tenía ninguna confianza en los militares castellanos, de quienes pensaba que eran fanfarrones y torpes. Por este motivo, cuando estalló la Guerra de Sucesión (1701), ordenó a su nieto que entregara el mando del ejército borbónico a generales de origen extranjero: Berwick, Pópuli, Tilly...