Tal día como hoy del año 1882, hace 141 años, entraba en vigor la ley aprobada por el Parlamento de la III República francesa el 16 de julio del año anterior, a propuesta del ministro de Instrucción Pública Jules Ferry (Estrasburgo, 1832 – París, 1860), del gobierno del primer ministro Leon Gambetta (Génova, Piamonte, 1838 – Boulogne, 1882), del partido radical jacobino Unión Republicana. Cuando fue votada la ley, Jules Ferry era primer ministro, y poco después (noviembre, 1881) sería relevado por Gambetta y pasaría a la cartera de Instrucción Pública.

Aquella ley, que fue denominada ley Ferry, impuso la enseñanza general obligatoria y gratuita por todo el territorio de la República francesa, pero con la estricta obligación del uso de la lengua francesa en todas las escuelas de la República. Eso quería decir que el catalán, el bretón, el vasco, el occitano, el valón, el arpitano o el alsaciano, lenguas maternas de la inmensa mayoría de la población francesa, quedaban expulsadas de la escuela elemental (ya lo estaban de la enseñanza superior), incluso de las relaciones informales entre alumnos, entre docentes o entre alumnos y docentes.

En aquel momento, solo el 20% de la población de la República tenía el francés como lengua materna; y en los territorios como la Catalunya Nord, este porcentaje bajaba hasta el 1%. También se advertía que el incumplimiento de los preceptos de aquella ley comportaría durísimas sanciones para los infractores. En las aulas de las escuelas públicas elementales de la Catalunya Nord, las autoridades educativas de París impusieron la rotulación de un cartel que decía “Soyez proper, parlez français” ('Sed educados, hablad francés').

También aquella ley impuso la instrucción militar obligatoria a las escuelas elementales de la República, que se impartió, únicamente, a los chicos. La ley Ferry preveía para las chicas la formación en "couture" ('costura'). Según Ferry, aquella ley perseguía la "nacionalisation" de la sociedad francesa. Pasadas tres décadas (finales de la Primera Guerra Mundial, 1918) no habían conseguido su objetivo, y el gobierno del republicano radial Georges Clemenceau impondría una ley no escrita que destinaba, forzosamente, los maestros roselloneses al norte de Francia.