Tal día como hoy del año 1868, hace 157 años, en San Sebastián (Guipúzcoa-País Vasco), la reina Isabel II —la séptima monarca Borbón en el trono de Madrid— emprendía camino hacia la frontera hispanofrancesa de Irún debido al destierro. Dos días antes (28 de septiembre de 1868), en el contexto de la llamada Revolución Gloriosa, las tropas de los generales progresistas Serrano, Topete y Prim derrotaban al ejército del general Pavía —leal a Isabel II— en la batalla del puente de Alcolea (Córdoba-España) y quedaban con el paso franco para llegar a Madrid y tomar el poder. Mientras esto ocurría, la reina Isabel II y su numeroso séquito (la llamada camarilla del bolsillo secreto) estaban en Lekeitio (Vizcaya-País Vasco) apurando las interminables vacaciones de verano.
Concluida la batalla del puente de Alcolea, el propio general Pavía telegrafió a la reina para informarla de que las tropas leales a su causa habían sido derrotadas, y le pedía que abandonara Lekeitio y se desplazara a Madrid antes de que los revolucionarios tomaran la capital. También, el ultraconservador padre Claret —confesor de la reina y más adelante canonizado como san Antoni Maria Claret— proclamó que “si la reina fuera una muñeca, me la metería en el bolsillo y correría hasta Madrid para impedir la entrada de los revolucionarios”. Pero, llegado el día 30, Isabel y su séquito (la camarilla del bolsillo secreto), que ya estaban en San Sebastián para subir al tren real y dirigirse a Madrid, decidieron, en el último momento, irse hacia Francia.
La vía entre San Sebastián y Madrid había sido cortada por los revolucionarios, y el presidente del Gobierno, el general Gutiérrez de la Concha, aconsejó a la reina que se fuera, momentáneamente, hacia Francia. También influyó la ideología de los revolucionarios, que el día anterior (29 de septiembre) ya habían entrado en Madrid. Los generales revolucionarios tenían un pacto (Oostende, Flandes, 1866) titulado España con honra, que abogaba por la reforma y la modernización del Estado español. El general Prim (Reus, 1814), que era uno de los firmantes de aquel pacto y se convertiría en el nuevo hombre fuerte del Estado español (1868-1870), había proclamado: “Los Borbones son el impedimento más grande para la modernización y la democratización de España”. Isabel II ya no volvería.