Tal día como hoy del año 1714, hace 309 años, en el contexto de la Guerra de los Catalanes (1713-1714), última fase del conflicto sucesorio hispánico (1705-1715); y en el Santuario de la Virgen de la Gleva, en el actual término municipal de Les Masies de Voltregà (Osona); el general José Carrillo de Albornoz, marqués de Montemar y general del ejército francocastellano de Felipe V, primer Borbón hispánico, incumplía la palabra dada por sus comandantes a los religiosos del santuario de La Gleva, que habían negociado la rendición del destacamento catalán que defendía la posición; y ordenaba la ejecución de ciento veinte prisioneros de guerra catalanes desarmados. Aquella masacre sería conocida como los Hechos de la Gleva.

Los Hechos de la Gleva venían precedidos de una revuelta local que se inició en Sant Hipòlit de Voltregà. La Catalunya central, parcialmente ocupada por las tropas borbónicas francocastellanas desde agosto de 1713, estaba sometida a una brutal tributación de guerra que tenía un clarísimo propósito punitivo. En la enésima revuelta local, la población civil de Sant Hipòlit de Voltregà, arruinada por el conflicto, se rebeló contra las brutales condiciones impuestas por los ocupantes: las familias eran extorsionadas con graves amenazas de incautación, de prisión y de muerte. Y las que no tenían recursos para pagar eran escarnecidas y apaleadas públicamente. El día antes, un grupo de 300 civiles se habían armado y fortificado en la Gleva con el objetivo de hacer frente al espolio tributario.

Cuando José Carrillo de Albornoz y Montiel, conde de Montemar y capitán general borbónico en la Catalunya interior (comandante del Campo Volante de Cataluña), tuvo conocimiento de los hechos, envió un ejército de 4.000 efectivos para sofocar la revuelta. Inicialmente, los civiles de la Gleva resistieron, pero con la muerte de su capitán, Josep de Cararac y de Solana, decidieron negociar la rendición. De los, inicialmente, 300 resistentes de la Gleva, 120 supervivientes se rindieron. Sería entonces cuando Carrillo de Albornoz, que estaba en Vic, desautorizaría a sus comandantes y ordenaría asesinar a los prisioneros. La medianoche del 4 al 5 de febrero de 1714, los soldados borbónicos francocastellanos degollaron a la totalidad de los 120 prisioneros catalanes desarmados.