Tal día como hoy del año 1262, hace 763 años, en Montpellier (por aquel entonces un enclave dentro del reino de Francia que pertenecía a la Corona catalanoaragonesa), se casaban los infantes Pedro —heredero al trono de Barcelona— y Constanza —heredera al trono de Palermo—. Pedro y Constanza eran hijos, respectivamente, de los reyes Jaime I —monarca de la corona catalanoaragonesa— y Manfredo I —soberano de Sicilia—. Con este matrimonio se buscaba un doble propósito. Por una parte, el Casal de Barcelona incorporaba Sicilia —isla clave en la navegación comercial y militar del Mediterráneo— y, por otra, la cancillería de Palermo se quitaba de encima la presión del Pontificado y de los Anjou franceses, que pretendían usurpar el trono siciliano.

Solo cuatro años después (1266), Carlos de Anjou asesinó a Manfredo de Sicilia en Benevento y le usurpó la corona siciliana. Los Anjou se establecieron en Palermo y desde el Palacio Real de los Normandos desplegaron una terrible represión contra las familias nobiliarias locales partidarias de Manfredo (y, de rebote, partidarias también del emperador del Sacro Imperio en conflicto con el Pontificado), que provocó un gran exilio hacia la corte de Barcelona. Una de las familias más destacadas de ese exilio serían los Llúria, que llegarían a Barcelona con un chico llamado Roger, que entonces solo tenía 16 años y que poco tiempo después se convertiría en una de las figuras más destacadas de la historia de la marina catalana.

Transcurridos veinte años desde su boda y dieciséis desde el asesinato de Manfredo, Pedro y Constanza, que ya ocupaban el trono de Barcelona desde la muerte de Jaime I (1276), prepararon la operación de reconquista y restauración de la legítima estirpe. En aquella empresa militar (1282), los almogávares no solo tuvieron un papel destacado, sino que, también, maravillaron a Europa por su rapidez y efectividad (expulsaron a los Anjou de la isla en tan solo una semana). Aquella empresa estuvo dirigida, inicialmente, por Jaume Pere (1258-1308), hijo natural del rey y de la cortesana Maria Nicolau; no obstante, debido a unas desavenencias, fue relevado por Roger de Llúria, hijo de la familia de exiliados sicilianos Llúria, que en aquel momento ya tenía 32 años.