Tal día como hoy del año 1640, hace 382 años, y en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y de la Guerra hispanofrancesa (1635-1659), en Ceret (condado del Rosellón, Catalunya), Francesc de Vilaplana y Ramon de Guimerà (representantes del gobierno de Catalunya) y Bernard du Plessis-Besançon (representante de la cancillería francesa) firmaban un acuerdo, denominado Tratado de Ceret. Aquel acuerdo fue denominado, también, el "pacto de los sobrinos", porque Vilaplana era sobrino del presidente Pau Claris, y Du Plessis lo era del cardenal Richelieu, ministro plenipotenciario de la monarquía francesa. Con la firma de aquel pacto, Catalunya seguía el camino iniciado el Corpus de Sangre (7 de junio de 1640) de separación del edificio político hispánico.

Aquel tratado venía seguido de la declaración formal de guerra que el rey hispánico Felipe IV había dictado contra Catalunya (1 de septiembre de 1640). Aquella declaración se justificaba sobre diez pretendidos argumentos; que eran la reacción del pueblo de Catalunya a una convulsa situación (1635-1640) durante la cual los militares hispánicos, que, violando los pactos seculares Corona-Catalunya habían penetrado en el interior del Principado, se habían comportado con la población catalana como lo hacían, habitualmente, en cualquier país extranjero (Flandes, Nápoles, Portugal, principados protestantes del Rin). Durante aquella etapa crítica, los militares hispánicos habían perpetrado palizas, robos, incendios, saqueos, violaciones, amputaciones y asesinatos contra la población civil catalana.

No obstante, aquel tratado no quería tener unas consecuencias definitivas. Los investigadores contemporáneos de aquella etapa, como el profesor Simon i Tarrés, afirman que el gobierno catalán todavía tenía la esperanza de reconducir la situación: retirada de las tropas hispánicas alojadas en Catalunya; paz con Francia para recuperar el comercio; restauración del pacto secular Corona-Catalunya para el cálculo de la aportación catalana a las arcas centrales. Pero la postura intransigente del conde-duque Olivares, ministro plenipotenciario de la monarquía hispánica no lo hizo posible. Olivaste ordenó la invasión y devastación de Catalunya con un ejército de 24.000 hombres, que fue derrotado el 26 de enero de 1641 en Montjuïc, por la alianza catalanofrancesa de Ceret.

Imagen principal: Mapa de Europa (1645). Fuente: Biblioteca Digital Hispánica.