Tal día como hoy del año 1495, hace 530 años, en una explanada sobre la que posteriormente se fundaría la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (en la isla de Tenerife), se libraba una batalla que enfrentaría al ejército castellanoleonés —formado por unos 1.600 efectivos (1.500 peones y 100 jinetes) y que pretendía la conquista de la isla y la sumisión de su sociedad— y las tropas resistentes guanches, integradas por unos 2.000 guerreros. Los castellanoleoneses venían de una humillante derrota anterior, que ellos mismos llamarían "Desbarato de Acentejo" (mayo, 1494) y en la que habían perdido a buena parte de sus efectivos.
Según los historiadores del siglo siguiente, como fray Alonso de Espinosa, los castellanos se esforzaron al máximo en el exterminio de sus oponentes. Este mismo clérigo relata que Bencomo, el mencey de Taoro (el rey indígena de uno de los pequeños reinos de la isla) “con una alabarda se defendió de siete hombres a caballo y al cabo se escapó por la cuesta (…) mas aunque de estos se escapó, no pudo escaparse de un fulano de Buendía (Buendía sería uno de los capitanes castellanos y el fulano uno de sus soldados) que sin conocerlo ni saber que era rey —aunque él en su lengua se lo decía— (…) le pasó con la lanza en un barranquillo estrecho”.
La derrota guanche abrió el camino de la conquista a los castellanos, que poco después saquearon todas las pequeñas villas indígenas de la isla de Tenerife —provocando más muertes— y esclavizaron a su población. Según otros historiadores; cronistas de la batalla como Gomes Eanes de Zurara; del siglo siguiente y, por tanto, coetáneos de De Espinosa, como Leonardo Torriani; los guanches habrían perdido a las tres cuartas partes de los guerreros que participaron en esa batalla (unos 4.000 muertos), que, según historiadores contemporáneos como Rumeu de Armas, representaban el 15% de la población de la isla; además de los que murieron durante los saqueos.