Tal día como hoy del año 1164, hace 959 años, en Zaragoza, los estamentos de poder del reino de Aragón (oligarquías nobiliarias, jerarquías eclesiásticas y representantes de las villas reales) reunidos en cortes, coronaban a Alfonso Ramón nuevo rey de Aragón. Alfonso Ramón era el hijo primogénito de Ramón Berenguer IV, conde independiente de Barcelona y Girona, y de Petronila de Aragón, hija y heredera del rey Ramiro II de Aragón, el último monarca de la estirpe navarro-aragonesa de los Jimeno en el trono de Zaragoza. Alfonso Ramón fue nombrado conde independiente de Barcelona, Girona y Ribagorça, y rey de Aragón, tras la muerte de su padre (1162), que había sido Hombre Principal de Aragón (había ejercido la potestas efectiva en lugar de su suegro).

Previamente a la coronación de Zaragoza, Alfonso Ramón ya había sido nombrado conde-independiente de Barcelona y Girona (1162). Esta dinámica sería general desde el momento en el que Barcelona y Aragón compartirían soberano: a la muerte del rey, su heredero y sucesor reunía a las Corts catalanas —la máxima representación del estado, que jugaba el papel de cabeza de la corona—, y juraba los Usatges de Barcelona (más tarde, las Constituciones de Catalunya). A cambio, recibía el nombramiento de conde de Barcelona, en un futuro equivalente a Hombre Principal de Catalunya. Y después hacía lo propio con los estamentos y los fueros aragoneses, y recibía el título de rey de Aragón. Alfonso Ramón sería el primer soberano compartido por catalanes y aragoneses.

Cuando asumió el gobierno de Barcelona y Aragón, el futuro Principat de Catalunya ya tenía el dibujo definitivo de su mapa territorial. En cambio, el reino de Aragón apenas había saltado la raya del Ebro. Sería con aquel primer monarca Bellónida que el reino aragonés conocería un impulso expansivo formidable (en la medida del que había liderado Alfonso el Batallador a inicios del siglo XII). Alfonso Ramón incorporó a sus dominios aragoneses los valles de los ríos Matarraña (con Calaceit y Vall-de-roures) y Guadalop (con Alcanyís) —repoblados con catalanes—, el valle del río Jiloca (con Daroca), y la zona montañosa en el sur del puerto de Sant Just, con las plazas fuertes de Teruel y Albarracín.

Alfonso Ramón, primer soberano común de catalanes y aragoneses, fijó la capital de sus dominios (la sede de su cancillería) en Barcelona, que ejercería dicha condición hasta la liquidación de ese edificio político (ocupación borbónica de 1707-1714). Durante su reinado y hasta bien entrado el siglo XIV, el conglomerado político formado por la unión matrimonial de sus padres se llamaría, simplemente, "Corona". El apelativo "de Aragón" no aparecería —y de manera testimonial— hasta bien transcurridos dos siglos, durante la segunda mitad de la centuria de 1300, con el reinado de Pedro III, primer monarca de ideología autoritarista, y no se consolidaría hasta finales del XV, con el monarca preabsolutista Fernando el Católico.