Tal día como hoy del año 1939, hace 86 años, el barco mercante Winnipeg, adaptado para la ocasión a barco de pasajeros y que transportaba un grupo de 423 exiliados republicanos catalanes y 2.201 exiliados españoles, llegaba a su destino de Valparaíso (Chile). El Winnipeg fue fletado por el poeta y diplomático chileno Pablo Neruda y zarpó del puerto fluvial de Trompeloup-Pauilhac (sobre el río Garona y a 50 kilómetros al norte de Burdeos) treinta días antes (4 de agosto de 1939). Pablo Neruda, que anteriormente, había sido cónsul de Chile en Barcelona y embajador chileno en Madrid, simpatizaba con el desaparecido régimen republicano y se solidarizó con los exiliados, y diría que "el Winnipeg era su mejor poema".

Pero durante aquella travesía no todo fue coser y cantar. Las tensiones empezaron al embarque, cuando los españoles que militaban en el Partido Comunista de España impidieron que los exiliados anarquistas —mayoritariamente catalanes— subieran a bordo. Los comunistas españoles y los catalanes del PSUC, que eran el grupo mayoritario a bordo, usurparon el control del barco y de sus comunicaciones con el exterior. Sin embargo, no pudieron evitar que cuando el Winnipeg hizo escala en Panamá (atravesando del Atlántico al Pacífico) alguien introdujera unos recortes de prensa donde se informaba de que Stalin y Hitler habían firmado un pacto de no agresión. Aquella información provocó la rebelión de los grupos minoritarios, que acusaron de traición a los comunistas.

Aquella tensión escaló rápidamente y cuando el barco ya había iniciado la navegación por el Pacífico estalló una gran reyerta. El 26 de agosto de 1939 murió un bebé catalán. Cuando se tenía que entregar el cuerpo al mar, los españoles intentaron envolver al bebé con la bandera republicana española, contra los deseos de los padres y de la comunidad del difunto, que lo habían amortajado con la bandera de Catalunya. En aquel momento se produjo una situación de conflicto que derivó en el intento de tirar por la borda a los pasajeros catalanes. La contundente defensa que presentaron a los catalanes, con el apoyo de los vascos y la rápida intervención de la tripulación, evitó una auténtica tragedia.

Finalmente, el barco llegó a Valparaíso y los exiliados catalanes fueron recibidos y acogidos por la Agrupació Patriòtica Catalana.