Tal día como hoy del año 1925, hace 100 años, en el estadio de las Corts, del FC Barcelona, y poco antes del inicio del partido de fútbol entre el equipo blaugrana y el CE Júpiter, a beneficio del Orfeó Català, el público que llenaba las gradas silbó el himno español. Fue la primera vez que la afición de un equipo de fútbol silbaba el himno español; la primera vez que se silbaba el himno español en un estadio de fútbol, y fue, también, la primera de una serie de veces que, durante los cien años posteriores, la afición del FC Barcelona y en diferentes estadios silbaría el himno español.
Aquellos hechos se produjeron cuando la banda musical de un barco de la Royal Navy británica, atracado en el puerto de Barcelona, invitada al partido, interpretó la Marcha Real y las más de 12.000 personas que llenaban el estadio de las Corts respondieron con una grande y sonora silbada. Acto seguido, la misma banda musical interpretó el "God Save the Queen" —el himno de Gran Bretaña— y el público de las Corts reaccionó con un gran aplauso. Nunca se supo si la reacción del público —la silbada y el aplauso— fue espontánea o planificada, pero sí se sabía la razón que explicaba la reacción del público. Casi dos años antes (septiembre, 1923), el rey Alfonso XIII y el general Primo de Rivera habían perpetrado un golpe de estado, y un nuevo régimen dictatorial había intervenido y desbaratado la Mancomunitat de Catalunya, que con escasos recursos estaba impulsando la modernización del país; había ilegalizado los partidos políticos, los sindicatos, los ateneos y los grupos, y había prohibido el uso público de la lengua catalana y la exhibición pública de la señera (que se habían recuperado durante la época de la Mancomunitat, 1914-1923).
El poder español lo vio como un desafío y declararon el club "desafecto a España". El gobierno civil provincial, siguiendo órdenes del Gobierno dictatorial del Estado, abrió un expediente de clausura del estadio y le impusieron un cierre de seis meses, y abrieron un expediente de expulsión de territorio estatal del presidente Joan Gamper (era ciudadano suizo) y fue obligado a abandonar su casa, sus negocios y su familia. Aquel hecho resultaría decisivo en la historia del club, que asumía el relevo de las entidades proscritas y pasaba a abanderar el catalanismo.