Después de lo que vivió Barcelona en 2019, cuando un pacto tan impensable a priori como comprensible con los resultados en la mano hizo de nuevo alcaldesa de la capital a Ada Colau, para impedir que el ganador de los comicios, Ernest Maragall, alcanzara la vara de batlle de la capital catalana, con el argumento de que había que impedir la llegada de un indepe a la Casa Gran, se podía pensar que las alianzas serían en esta campaña mucho más transparentes. No fue lógico el pacto entre Colau, el PSC y los tres concejales de Manuel Valls y se evidenció una cosa muy obvia: la vergüenza dura unas horas, el poder cuatro años. Como todas las cosas que tienen los pies de barro, Barcelona ha salido perdiendo de aquel turbio acuerdo y los que lo protagonizaron han tomado una gran distancia. Valls regresó a París hastiado de Barcelona y de sus élites, a las que sirvió y con las que nunca se entendió, y Jaume Collboni acabó por salir del equipo de gobierno hace unos meses para poder resaltar un perfil propio y proyectar una mayor independencia.

Jaume Collboni y Ernest Maragall han participado en sendos debates con ElNacional.cat y respecto a pactos postelectorales han escondido sus cartas. El candidato del PSC puede llegar a pactar, de más a menos, con Colau y con Trias, y el candidato de Esquerra con Colau, aunque sin renunciar explícitamente a Junts y PSC. La alcaldesa de Barcelona, entra, por tanto, en todas las opciones de un futuro gobierno de la ciudad, excepto si Trias gana las elecciones y alcanza una mayoría política que lo impida. Veremos si la campaña ayuda a que se resuelva alguno de los enigmas, pero a solo unas horas de que se abra la campaña electoral, cosa que sucederá a las cero horas del viernes con la tradicional pegada de carteles, parece muy poco probable que ello llegue a suceder.

Por tanto, vamos a hablar muy poco de pactos en las dos semanas largas que quedan hasta las elecciones del 28 de mayo —como no sea para tirarse especulaciones unos a otros—, ya que el único interesado es Trias, y sus adversarios, como es normal, no le van a hacer el juego. También vamos a hablar muy poco, o menos de lo que tocaría, de seguridad, convertida en un auténtico pim-pam-pum en que unos se defienden señalando que la percepción ciudadana no se corresponde con los datos oficiales y que Barcelona tampoco está tan mal, mientras que la oposición pone el acento en que aumentan los delitos y Barcelona es una ciudad insegura. Difícilmente puede haber un debate serio y ordenado desde puntos de vista tan alejados en que parece que los candidatos vivan en ciudades diferentes.

Por no hablar del tema de la okupación de inmuebles de manera ilegal, un terreno, sin duda, resbaladizo y que preocupa a una parte de los barceloneses tanto como incomoda a los candidatos, donde cualquier resbalón puede ser un balón de oxígeno para el adversario. ¿Por qué si en privado tienen posiciones radicalmente diferentes, no las explican en público? Por un carril diferente, los dos gobiernos, español y catalán, han acabado entrando en el tema de la vivienda a partir de promesas de viviendas públicas o un aval del 20% de la hipoteca a la primera vivienda de los jóvenes, como ha hecho Pedro Sánchez. El gobierno Aragonès ha cogido otra vía, la de la expropiación forzosa de viviendas vacías de 14 municipios catalanes que estén en manos de grandes tenedores y que, en la nueva ley de Vivienda pactada entre el gobierno español, Esquerra y Bildu, son aquellas personas físicas o jurídicas que tengan en propiedad cinco o más viviendas destinadas al alquiler.

La vivienda es un grave problema, pero la mejor solución sería abordar en serio la construcción de un parque público al alcance de jóvenes y familias necesitadas. Los atajos son una solución provisional, un parche, no la solución definitiva al problema. ¿Se hablará de eso o se harán anuncios? Quedan algo más de dos semanas para ello y las encuestas dicen que el voto aún es muy volátil y que hay muchos indecisos. La campaña, con las encuestas tan ajustadas, sí puede ser importante en esta ocasión para definir el modelo de ciudad que se quiere.