Dice la vicepresidenta y ministra de Economía, María Jesús Montero, de visita a Barcelona para asistir a la nueva edición del World In Progress, el foro internacional de reflexión y diálogo del grupo Prisa, que mantiene conversaciones con Junts per Catalunya para los presupuestos del Estado, que están en el mayor diálogo posible con ellos, que en unos días presentará el techo de gasto y que está trabajando en los últimos flecos de las cuentas públicas. Vamos, que las cosas con un aliado imprescindible para sacar adelante los presupuestos, dada la aritmética parlamentaria, pueden salir adelante. Sabe ella mejor que nadie que eso no es así: no hay conversación alguna para los presupuestos y no va a haber apoyo de los independentistas catalanes a ninguna iniciativa legislativa de calado, ya que las negociaciones quedaron rotas tras la última reunión de Zapatero, Puigdemont y sus colaboradores, en la que se constató que los primeros no podían cumplir y los segundos no podían seguir esperando.

Sabe ella mejor que nadie que eso no es así: no hay conversación alguna para los presupuestos

Si las cosas están así, ¿qué sentido tiene proclamar justo lo contrario? Supongo que el Gobierno debe pensar que, puestos a escoger temas de debate público, mejor hablar de los no presupuestos o del cambio horario que se producirá la noche del sábado al domingo. En este último punto, me parece interesante la propuesta del ejecutivo español, que propondrá a la Unión Europea acabar con el cambio de hora para 2026. Una iniciativa que, como se recordará, se empezó a realizar con la excusa de un ahorro de energía y que ahora no es tal y que, por el contrario, hay suficientes estudios científicos para asegurar que trastoca los ritmos biológicos. También hay consenso entre los expertos en que el mejor es el de invierno —también conocido como estándar—, ya que habrá más horas de luz. Aunque hace seis años ya hubo un acuerdo en el Parlamento Europeo para proceder a una modificación del cambio horario y adoptar el mismo todo el año, las reticencias de algunos países y la desidia de implementar aquel acuerdo lo ha ido demorando. Bienvenido sea, en cualquier caso, que el momento sea ahora.

El desencuentro entre el PSOE y Junts no solo lleva al fracaso cualquier proyecto de presupuesto, sino también cualquier iniciativa legislativa. Este lunes, la representante del partido de Puigdemont en Madrid, Míriam Nogueras, fue muy explícita ante la decisión del Gobierno de recular su propuesta inicial sobre las cuotas a los autónomos y rebajar tan solo las de aquellos con menores ingresos. Para Nogueras no es suficiente la rebaja y la posición del Gobierno solo sirve para que se impongan políticas que empobrecen a la clase media catalana. En la red social X concluyó: "No con los votos de Junts". Desde Podemos, en el otro extremo del arco parlamentario, tampoco se avala la reculada del Gobierno y sus portavoces han avanzado que si quieren el voto de los morados nada de congelación, sino que se debe rebajar la cuota de los autónomos que ganan menos y subirla a los que ganan más. Las costuras son demasiado flojas para convencer a los dos.

Todo ello sucede en un momento en que no hay ministerio que no tenga iniciativas legislativas en trámite y muy especialmente el de Presidencia y Justicia, que dirige Félix Bolaños, con varios proyectos en marcha, empezando por el de la reforma de la justicia, que casi me aventuraría a asegurar que nunca verá la luz. La vicepresidenta y ministra de Hacienda tuvo palabras amables para la financiación singular de Catalunya, que depende de su ministerio y que, por lo que explicó, presentará pronto una propuesta. Esta propuesta estará basada, según sus palabras, en elementos fundamentales, como la solidaridad, el aumento de autogobierno y también las singularidades de cada territorio. Esperemos que en este proceso de encontrar singularidades, Montero encuentre una de muy visible como es el reconocido déficit fiscal de Catalunya y la necesidad de revertir algo tan sencillo como asegurar el principio de ordinalidad, aquel en que cada comunidad autónoma mantiene la misma posición relativa en el ranking de aportaciones que en el de recepción de fondos, después de aplicar la solidaridad interregional. Solo eso, no sería poca cosa, dado el bloqueo de estos últimos años.