A veces, una imagen nos acerca más que cualquier otra cosa al pasado que creíamos superado y que no sabemos muy bien cómo se nos ha colado hasta el comedor de casa. Esa ultraderecha que campa libremente por el espacio público, arrasa con nuestra lengua y desnacionaliza nuestro país llevándonos al túnel del tiempo de nuestra historia más reciente. Los autobuses de Madrid circulando por las calles de la capital española con un impactante y visible anuncio con el siguiente lema: Por José Antonio, Vota FE de las JONS, la Falange y el característico símbolo del yugo y las flechas es una vuelta a la España en blanco y negro en lo que es política y mediáticamente una de las capitales de Europa más ultras de nuestro entorno. Porque no es que Madrid sea hoy de derechas, es que se ha alejado de la derecha europea para caer muchas veces en una actitud autoritaria y demasiado peligrosa para la convivencia.

Hace unos días sabíamos que la Junta Electoral Central había declarado no tener competencias, ante una consulta de RTVE, para suspender una propaganda electoral por supuesto contenido delictivo y, en consecuencia, debía emitir un anuncio de la Falange que incluye el Cara al Sol durante la campaña electoral. La misma JEC que ha embarrado todo lo que ha querido cuando ha tenido que pronunciarse sobre situaciones que afectaban a partidos independentistas. Entonces sí que ha tenido o se ha atribuido todas las competencias habidas o por haber en una actitud incomprensible pero que nadie discutió. Ejemplos los hay de sobras: desde prohibir la candidatura de Puigdemont a las elecciones europeas o el cese del president Quim Torra como diputado inhabilitándolo después de que fuera condenado por colgar una pancarta. Estos últimos días, las Juntas Electorales de Zona (JEZ) han obligado a una treintena de ayuntamientos a retirar estelades y toda simbología independentista de edificios y espacios públicos. En fin, cuesta de entender, o quizás no, que para una canción como el Cara al Sol se sacuda las pulgas de encima y para cuestiones de mucho calado político, la JEC se ponga al frente con actitud firme y decidida. 

Esta España del Cara al Sol está a la vuelta de la esquina y, como se está viendo en el País Valencià y en las Illes Balears con los gobiernos autonómicos que se han conformado, va a haber un proceso de desmontaje del marco lingüístico y cultural catalán. Van a adquirir carta de naturaleza situaciones que ya se están viviendo y que afectan al modelo educativo y la escuela en catalán. Los jueces hace tiempo que están en esta batalla y periódicamente conocemos sentencias en las que se insta a las escuelas catalanas a dar más clases en castellano. Este martes 18 de julio hemos conocido una nueva del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) en la que se insiste que el modelo lingüístico establecido en la nueva normativa de la Conselleria d'Educació —el Decreto ley 6/22 y la Ley 8/22— es inconstitucional por oposición al modelo de conjunción lingüística, en vigor en el Estado español.

Es solo un preludio de un peligroso retorno al pasado en el que habrá que defender cosas que hemos dado por seguras desde el inicio de la transición y que ahora van a ser cuestionadas por un estado centralista que camina con paso firme y decidido hacia la voladura del estado autonómico tal como lo hemos conocido. José María Aznar dio la primera vuelta de tuerca en su segundo mandato, el de la mayoría absoluta. En parte, por desquitarse de las cesiones a Jordi Pujol y al nacionalismo catalán de 1996 y también porque el de Valladolid tenía una idea de España más parecida al centralismo francés que al modelo de los länder de Alemania. Aquella España perdió el poder con Zapatero y con Sánchez y lo recuperó con Rajoy pero más allá de los cambios de gobierno y del talante de unos y de otros se rearmó y se apoderó ideológicamente del relato con el pernicioso factor Ciudadanos y aquel ticket de Albert Rivera e Inés Arrimadas, hoy políticamente ambos desaparecidos.

Lástima que en esta campaña electoral tan aburrida, las cartas parecen estar dadas desde hace muchos meses y solo estemos cumpliendo aparentemente un mero trámite de llegar como podamos al día 23 de julio. A lo mejor, la verdadera campaña de preservar la identidad y las raíces no se iniciará hasta el 24 porque, como dice el refrán, nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena. Y ahora estamos en tiempos de sequía persistente y de un calor insoportable.