Después de que haya fracasado en la tramitación de dos leyes tan diferentes como la que pretendía castigar el proxenetismo, el miércoles, y la ley del suelo, este jueves, quizás el presidente del Gobierno concluya que una cosa son los fuegos artificiales que permanentemente enciende para desviar la atención de los problemas que tiene y otra muy diferente que, tal como están las cosas, la legislatura tenga mucho más recorrido. La quimera de Pedro Sánchez de poder sortear las dificultades que se ha ido creando con sus socios con trueques políticos ha desembocado en que su soledad política cada vez es más grande y que incluso su socio de gobierno, Sumar, le ha llegado a dejar solo en alguna votación significativa.

Ya no se trata de que no puede presentar los presupuestos, algo que por sí solo en otros países derriba gobiernos, sino que la parálisis legislativa a este paso va a acabar siendo clamorosa. Su movimiento en Catalunya dinamitando los comicios con su dimisión fake movilizó ciertamente votantes socialistas que son habituales en unas elecciones españolas pero que no lo son tanto en unas catalanas. Ha surgido un abismo en la relación entre Junts y el PSOE, que se plasmó en el hemiciclo en el trato que Sánchez le dispensó a Míriam Nogueras.

Los cantos de sirena procedentes de Moncloa de que podrían seguir gobernando sin Junts no parecen hoy realistas y los números ya no le dan. No va a ir esta relación a mejor, ya que por en medio está la presidencia de la Generalitat que el PSC reclama como ganador el pasado 12-M, mientras Puigdemont plantea a los socialistas una abstención para facilitar su elección, algo que ha sido rechazado por activa y por pasiva. Por eso, Sánchez ha puesto la directa con la habilidad que le caracteriza para que se hable de otras cosas. Primero fue su dimisión retirada, después ha sido la polémica con Milei, el impresentable presidente argentino, y, después, será otra cosa. Todo, para no hablar de la realidad: la mayoría parlamentaria la ha perdido y recuperarla le obliga a hacer cosas a las que no está dispuesto.

Sánchez ha perdido la mayoría parlamentaria y recuperarla le obliga a hacer cosas a las que no está dispuesto

En este contexto, se inicia en la noche de este jueves la campaña de las elecciones europeas, que van a acabar siendo un termómetro de la salud política de Sánchez y de Feijóo. Como siempre, el CIS ha salido a calentarlas otorgando una victoria de cinco puntos a los socialistas. La experiencia de los vaticinios del CIS de un tiempo a esta parte obliga necesariamente a darles poca credibilidad y a interpretarlos en clave partidista. Un día habrá que hacer una reflexión seria sobre el dinero que se despilfarra sin otro objetivo que apuntalar una opción política. Se dirá con razón que, poco o mucho, ha pasado siempre, pero nunca como ahora y la utilización que se hiciera en el pasado no ha de ser un aval para que siempre sea así.

Las elecciones europeas nos van a dar también pistas de cómo orienta Sánchez la legislatura española en unos momentos en que ya nadie descarta nada. Tampoco una nueva convocatoria electoral más pronto que tarde. ¿Y Feijóo?  El presidente del PP guarda silencio. Mientras, en Catalunya, Junts y Esquerra afrontan las europeas con la voluntad de que los resultados no desemboquen en un nuevo estropicio y logren mantener ciertas posiciones ante una ola electoral que tendrá un barniz claramente español.