Acaba de hacerse público el informe de la Autoridad Fiscal —un organismo independiente creado en 2013 por el Gobierno español a instancias de la Unión Europea y cuyo nombre oficial es Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal—, que echa por tierra todos los pronósticos catastrofistas que aseguraban un impacto negativo importante en la economía catalana en el cuarto trimestre del pasado año.

Pues bien, si los pronósticos durante todo 2017 fueron que el último trimestre del año el crecimiento de la economía catalana sería del 0,8% y, al calor del referéndum del 1 de octubre, la fuga de empresas impulsada por el Gobierno español, el cese del Govern y la intervención —suspensión en la práctica— de la autonomía, se aseguró que no sobrepasaría el 0,4%, ¿cuál creen que ha sido el crecimiento final? Pues el 0,8%, sin descartar que cuando estén cerrados todos los datos acabe siendo del 0,9%. Obviamente, los que crearon el escenario de pánico y encargaron informes oficiales que ahora se han revelado falsos y utilizaron todos los medios a su alcance para propagar mentiras ahora guardan silencio.

Aunque siempre se dice que en un conflicto vale todo —y lo cierto es que la respuesta del Estado muchas veces ha acabado creando esta sensación—, hay cosas que se pueden contrastar inmediatamente y otras que, por desgracia, o no se pueden evaluar nunca o necesitan mucho más tiempo. En el caso que nos ocupa, la fake new ha tenido una duración de semanas. Y una utilización política para las elecciones del 21-D que se ha revelado falsa.

Lo hemos defendido siempre. La fortaleza de la economía catalana es importante, ha hecho los deberes durante la crisis y ha potenciado la exportación. Nada es de color de rosa, obviamente, pero la recuperación del Govern, la suspensión del 155, que ha desarbolado la iniciativa  de la Generalitat, y la continuidad de las políticas llevadas a cabo durante la útima legislatura por el Govern y por el vicepresident Oriol Junqueras permiten ser optimista.