Este lunes, la electricidad ha marcado un nuevo récord histórico al pagarse a 106,74 euros el megavatio hora y superaba por unos veinte céntimos el récord anterior que se había establecido el pasado mes de julio. Así, dicho de esta manera, es muy normal que los ciudadanos estén preocupados, pero también que la gran mayoría tampoco sepan exactamente hasta qué punto se le llega a encarecer su vida real, ya que todo sube excepto sus ingresos, mucho menos si son pensionistas.

Es mucho más fácil de entender si nos vamos a ver a cuánto estaba el megavatio hora hace exactamente un año, el 10 de agosto de 2020. Y, entonces, sí que es para echarse las manos a la cabeza, ya que aquel día se pagaba a 38,09 euros, prácticamente una tercera parte que ahora. Nos hemos tenido que acostumbrar a saber el precio de la hora más barata para planificar, si uno puede, el consumo, el uso de los electrodomésticos y abaratar el consumo. Incluso ha habido quien ha propuesto, sin sonrojarse, que lo mejor sería que la gente se acostumbrara, por ejemplo, a planchar por la noche.

Hablamos del precio del megavatio igual que antes tuvimos que aprender cuando la crisis financiera, a partir de 2008 y hasta 2014, cuánto subía la prima de riesgo respecto al bund alemán, que llegó a situarse a 616, y si estábamos en zona de rescate financiero. O ahora, con la pandemia de la covid-19, todos parece que estemos obligados a saber el número de contagios, el riesgo de rebrote, la tasa de contagio (Rt) o la incidencia acumulada a 7 días (IA7). 

El gobierno español, mientras tanto, se limita a hacer de notario de la subida de la luz y a pronosticar a través de la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que seguirá subiendo. Las medidas fiscales coyunturales que ha adoptado, como abaratar el IVA, han acabado siendo meramente pedazos, de ahí que las organizaciones de consumidores hayan hablado de inaceptable pasividad del Gobierno. Lo cierto es que el gobierno de PSOE y Podemos, con ministros como Alberto Garzón de IU en Consumo, están por allí en medio, aunque, por su elocuente silencio, uno podría perfectamente haberse olvidado de que es miembro del Ejecutivo.

Ahora, la próxima escalada que se nos viene encima tiene que ver con la ola de calor que se nos ha anunciado a partir de mediados de esta semana y la necesidad de un pico de consumo eléctrico por los aires acondicionados. El ejecutivo español tiene aún margen para abaratar la factura eléctrica pasando a definitiva la reducción del IVA al 10% y reduciendo el impuesto a la generación eléctrica hasta el 7% o por debajo y, simultáneamente, abordar la transformación del modelo energético en España en profundidad.