"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor". Este párrafo contenido en una carta dirigida a la ciudadanía por Pedro Sánchez ha puesto este miércoles por la tarde la política española patas arriba. Nunca un presidente del gobierno español había especulado de esta manera con su posible dimisión y la había llevado a un terreno tan personal: "Llegados a este punto [los ataques contra él y su esposa, Begoña Gómez], la pregunta que legítimamente me hago es: ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también".

Ninguna serie política de todas las que se han estrenado en los últimos años en el mundo contiene tantos giros en el guion como la que lleva por título "Pedro Sánchez". El político es tan desconcertante, tan imprevisible y, como él ha explicado cientos de veces, viene de la muerte política, por lo que todo a su alrededor es sorprendente. Su libro Manual de resistencia es un compendio de sus vicisitudes y de su manera de jugar a la ruleta rusa. Nadie sabe a ciencia cierta si es un órdago para despertar un movimiento emocional alrededor de su persona después de que el juzgado de instrucción número 41 de Madrid haya abierto diligencias previas contra Begoña Gómez para investigar las relaciones que ha mantenido con varias empresas privadas que han acabado recibiendo fondos y contratos públicos del ejecutivo español. O si, por el contrario, el famoso móvil que sufrió un ataque de Pegasus y dejó al descubierto una brecha de seguridad por la que se llegaron a extraer 2,6 gigas de datos tiene el material sensible que siempre ha negado el Gobierno. O bien, si su insistencia en el reconocimiento del estado palestino le ha jugado alguna mala pasada.

Ninguna serie política de todas las que se han estrenado en los últimos años en el mundo contiene tantos giros en el guion como la que lleva por título "Pedro Sánchez"

A lo mejor es alguna de estas tres razones, todas juntas o alguna otra. O una mera estrategia suya, aunque especular con la dimisión siempre es un terreno resbaladizo. Con Sánchez todo tiene un nivel de arenas movedizas que siempre hay que tener en cuenta. Dicho esto, qué quieren que les diga, lo menos creíble de todo son las excusas que da: los ataques a su mujer o a él mismo por parte de la derecha y de la ultraderecha. Hombre, no. Quien ha hecho de Manual de resistencia el libro que da nombre a su biografía y hace de sus aventuras y desventuras un juego en el que siempre casualmente gana, las críticas las tiene más que asumidas. Porque, aunque ahora y en directo, pueda pensar que nunca nadie ha pasado por el calvario que él está pasando, es radicalmente falso. No se puede poner ni en la piel de los que realmente lo han pasado mal con algo más que ataques en los medios de comunicación o en el Parlamento.

Mujer por mujer, vale la del president Carles Puigdemont. No llegaría a llenar una libreta Begoña Gómez frente a los múltiples tomos que ocuparían los artículos despiadados y falsos contra Marcela Topor. "La bruja rumana", titulaba el suplemento Mujer del ABC o la revista Semana. Insultos por su origen rumano, que si salió de La Jonquera —donde está el gran prostíbulo de España— o es sospechosa de practicar el ocultismo. Todo ello, en medio de una campaña de deshumanización de Puigdemont que, al lado de lo de Sánchez, es un juego de niños. O sea: que sí. Sánchez está siendo atacado, las armas actuales de comunicación y las redes sociales han cambiado el paradigma de los ataques. Todo eso es así. O el caso de la esposa de Artur Mas, Helena Rakosnik, acusada falsamente por trabajar en un despacho de Transportes Metropolitanos de Barcelona, y sus hermanos e hijos como beneficiarios de ingresos millonarios cuando su marido era president.

Por no hablar de la ofensiva sin límites contra el conjunto del independentismo catalán. Aquí, ha habido muchos que los ataques los han llevado como han podido y, sobre todo, lo que les ha aguantado como manual de resistencia era el saber que todo era una campaña que no tenía consistencia. Veremos que da de sí el próximo capítulo: ¿dimisión o marcha atrás? Igual hay que empezar a creer lo primero.