Casi al límite del plazo establecido para la presentación de candidatos a la presidencia de la Generalitat en las primarias de Junts per Catalunya, Carles Puigdemont despejó el enigma: será el líder de la lista de la formación en las próximas elecciones al Parlament, aunque no será el candidato a la presidencia, un puesto que se disputarán Laura Borràs y Damià Calvet. Puigdemont no da un pas al costat, como hizo Artur Mas en enero de 2016, y no quiere repetir la fórmula de que volverá a Catalunya si es investido president y que se reveló inviable en 2018.

En el fondo, lo que también hace Puigdemont es protegerse de los discursos de la oposición que le puedan acusar de que la otra vez ya dijo que volvería y, al final, no lo hizo, aunque fuera porque su sesión de investidura no llegó nunca a producirse. Falta que se defina su ubicación precisa en la candidatura, cosa que dependerá de varios factores, entre otros, la posición del ganador o ganadora de las primarias. Las opciones que parecen más probables son que encabece la candidatura por Barcelona o por Girona, una opción, esta última, que siempre ha sido de su agrado y que, a la postre, ha facilitado que no se descolgara de las listas, algo que muchos dirigentes de la formación han dado por seguro estos últimos días.

En cualquier caso, Puigdemont tendrá el papel más destacado en la campaña electoral aunque solo sea porque su participación no será intermitente, sino muy activa, ya que la intención es que fije durante aquellos días una residencia estable en la Catalunya Nord. Borràs y Calvet conocen la situación  perfectamente y no plantean un problema sino al revés, ya que confían plenamente en su tirón electoral. El duelo entre Borràs y Calvet, que se dilucidará el 28 y 29 de noviembre, enfrentará a dos políticos claramente diferenciados: la primera, candidata en dos elecciones españolas, parte aparentemente con ventaja, y su figura responde más a priori a lo que es la nueva formación. Pero Calvet lleva tiempo preparándose, aglutina sectores importantes procedentes de la antigua Convergència y del PDeCAT, tiene el aval de los consellers presos Jordi Turull y Josep Rull, entre otros, y conoce al dedillo los mecanismos de un partido político.

Con este movimiento, el perfil de la lista electoral de Junts queda cuando menos orientado, aunque la formación va varios pasos detrás de su principal adversario electoral. Esquerra Republicana tiene definido el líder de la lista y el presidenciable, que ya no hay duda que será Pere Aragonès después del movimiento oficial realizado el fin de semana. Aragonès no tendrá rival en Esquerra y el partido republicano tiene la maquinaria electoral perfectamente engrasada. Oriol Junqueras no irá en la lista por la imposibilidad de hacerlo a causa de la sentencia del Supremo, que además de mantenerlo en prisión le inhabilitó. Sin embargo, la prisión tendrá un papel activo, ya que los cálculos del partido son que aquella quincena de febrero —las elecciones serán el 14, domingo—, Junqueras y Raül Romeva dispongan de al menos una semana para poder hacer campaña en la calle. Respecto a la secretaria general, Marta Rovira, falta por definir no su papel en la campaña, que será importante, sino su presencia en la lista con un papel muy relevante o simbólico. La opición de que fuera de número dos de Aragonès no parece del todo descartada.

Resumiendo: los dados para desempatar o no el actual pulso por la hegemonía en el mundo independentista han empezado a rodar.