"Vergüenza real", titula este miércoles el FranKfurter Allgemeine Zeitung, el principal rotativo de Alemania y uno de los más importantes del mundo, al referirse a la sucesión de escándalos que envuelven a la monarquía española y que han convertido a la institución en una especie de fosa séptica de la que puede emerger cualquier cosa. Más de seis años después de la abdicación de Juan Carlos I, lo que algunos, ingenuamente, pensaron que sería el cortafuegos imprescindible para hacer realidad aquel refrán popular de "a rey muerto, rey puesto" y que la ascensión al trono de Felipe VI fuera lo más placentera posible, la monarquía española se encuentra en una crisis de imposible solución, sustentada por las élites de los partidos políticos adictos al régimen y habiendo perdido el afecto popular.

Después de que se supiera el martes que las hermanas del Rey, Elena —tercera en la línea de sucesión a la Corona— y Cristina, habían viajado el pasado mes de febrero a los Emiratos Árabes Unidos a visitar a su padre, huído desde el 3 de agosto, y que habían aprovechado para vacunarse contra el coronavirus, en un acto que expresa la frivolidad de la institución ante el sufrimiento de la sociedad española, hemos conocido nuevas informaciones sobre el turismo sanitario de lujo que, por cierto, no nos ha salido gratis. El coste de viajar con tres escoltas durante siete días le ha correspondido al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias —bueno, a ellos no, a todos nosotros— y ha ascendido a la nada despreciable cantidad de 33.600 euros. Dicen las dos infantas en un comunicado a título de disculpa que se les ofreció la posibilidad de vacunarse y que lo aceptaron, aunque "si no fuera por esta circunstancia, habríamos accedido al turno de vacunación en España, cuando nos hubiera tocado".

Uno a veces tiene la impresión que todo ello no puede ser casualidad, ya que no es posible que la imagen de España y de la monarquía puedan deteriorarse más... y a las pocas horas se ve que sí que era posible. Como si Juan Carlos I no solo dejara de estar al frente de la institución sino que su objetivo último fuera llevársela por delante mientras Felipe VI hace esfuerzos por ensalzar a su padre, como el pasado 23-F, en busca de un armisticio, y el emérito se recrea en su lujosa soledad después de una renuncia que no quería en aquella operación de palacio y de estado destinada a condenar al Rey para salvar al nuevo Rey.

No la va a dar, pero Pedro Sánchez debe una explicación sobre hasta cuándo y hasta qué punto está dispuesto a aceptar la degradación de la institución, ya que todos los cortafuegos levantados hasta la fecha no han dado ningún resultado. La crisis institucional española tiene su origen y detonante en Catalunya, ya que sin aquella actitud prepotente y altiva ante las demandas independentistas, primero en 2012, cuando Juan Carlos I como única respuesta criticó al Govern presidido por Artur Mas por "alentar disensiones y perseguir quimeras", y se instauró en la monarquía una actitud displicente hacia las autoridades catalanas. En ese clima,  no se recibió como es preceptivo a los presidentes del Parlament para comunicar el nombramiento del president de la Generalitat y se produjo la ruptura definitiva con el inaudito discurso del 3 de octubre de Felipe VI.

Pero la crisis española afecta también a Catalunya en la pérdida de derechos fundamentales, calidad democrática, ahogo económico, persecución de la disidencia y represión. El gobierno Sánchez se presentó como una oportunidad para acabar con alguno de estos déficits y se ha acabado convirtiendo en un Ejecutivo invertebrado, impotente y sumiso con un presidente preocupado solo de sí mismo y desbordado por la crisis territorial y las demandas de Catalunya. Y para acabar de completar el parte del día, el ex comisario Villarejo sale de la prisión de Estremera y nos anuncia que lo que va a declarar a partir de ahora será muy interesante. Ya pueden repasar la prensa de toda Europa y verán que realmente vivimos en otro planeta. Estaría bien que la protesta de empresarios contra el Govern que se celebrará este jueves en Barcelona sus promotores la llevaran a la Seat mañana viernes, donde estarán Felipe VI y Pedro Sánchez. Sería lo más adecuado.