El Govern de Catalunya ha decidido este sábado confinar a los habitantes de la ciudad de Lleida y del resto de la comarca del Segrià —alrededor de 200.000, el 50% de los censados en la demarcación provincial— ante los brotes de coronavirus que se han producido en los últimos días. La decisión no debería alarmar a nadie pero tampoco dejar a nadie indiferente. Lleida va a estar en el foco sanitario, político y mediático en los próximos días y permanecerá así con una intensidad poco habitual en la comarca del Segrià.

La decisión del confinamiento, discutible como todas las que se producen en este ámbito, cabe darla por buena y acertada a la vista de los datos de incremento de los contagios que se han dado a conocer en la zona días después de que en varias comarcas de Aragón se produjeran también brotes de la enfermedad. Lleida va a poner a prueba los protocolos establecidos por la Generalitat ante la segunda fase de la evolución de la pandemia y su resultado será capital para la tranquilidad de los ciudadanos mucho más allá de la comarca del Segrià.

Aunque es comprensible un cierto relax de la ciudadanía para con las relaciones sociales, es exigible que dentro de las normas fijadas que son permisivas, como corresponde a una sociedad madura como la catalana, se mantenga el máximo control posible y se actúe cumpliendo las normas básicas fijadas. Lleida no ha hecho nada peor que el resto del territorio pero lo que allí ha sucedido debería hacernos reflexionar de los riesgos, aún evidentes y claros, que supone bajar la guardia.

En este sentido, en Barcelona se han detectado brotes en los distritos de Sarrià-Sant Gervasi y Sants-Montjuïc. Aunque los porcentajes son inferiores a los de Lleida ha sido suficiente para que se levantaran las alarmas ya que, además del tema sanitario, está el inicio de la campaña del turismo que lo que menos necesita son malas noticias. Porque la preocupación en todo el mundo es muy alta y los ciudadanos de los países que pueden venir a Catalunya de vacaciones son muy sensibles. Así, la noticia del confinamiento del Segrià ya ha tenido una primera consecuencia; la ministra de Sanidad de Bélgica que ha recomendado a sus ciudadanos que, si viajan a Catalunya, hagan cuarentena cuando regresen a su país a la espera de los resultados de la prueba del coronavirus.

Por todo ello, no hay que descuidar el ámbito sanitario pero valorar también que cualquier decisión contundente que se produzca acaba teniendo siempre sus consecuencias.