Se atribuye al entrenador de fútbol argentino Helenio Herrera la paternidad de la frase, después de un partido, ganar sin bajar del autocar, que habría pronunciado en 1959, cuando era el técnico del Fútbol Club Barcelona en un desplazamiento a Sevilla. Aunque H.H., como era popularmente conocido, lo negó siempre, el carisma de El Mago y su popularidad le convirtió en el primer entrenador mediático de la época. Este miércoles, Salvador Illa se debió ir a casa con un sentimiento bastante parecido. Había pasado un debate de política general, con un gobierno monocolor de tan solo 42 diputados de los 135 que componen la Cámara catalana, casi sin despeinarse. Tuvo críticas, claro está. Pero ninguna fue lo suficientemente dañina para su Ejecutivo. Y uno de sus socios, Esquerra Republicana, disgustado como está, jugó abiertamente a marcar distancias con el PSC y el PSOE, casi como si ellos no lo hubieran investido president de la Generalitat hace algo más de un año.
Y eso que, seguramente, una de las frases más certeras del debate la pronunció el presidente del grupo parlamentario de Junts, Albert Batet, cuando se refirió al president Salvador Illa como el gran anestesista de Catalunya. Batet lo decía por la pérdida de identidad nacional, su relación con el PSOE, sus encuentros con la monarquía, la defensa del catalán frente a los jueces o el retorno de las pinturas de Sijena que ahora están en el MNAC al gobierno de Aragón. Pero finalizada la sesión parlamentaria se puede valorar la habilidad del president, que aplicó el tipo de sedación local justa para mantener vivo el debate, pero que fuera perdiendo interés con el paso de las horas. Incluso la siempre agresiva Sílvia Orriols pareció perdida en un debate falto de épica, quizás porque las discusiones sobre la obra de gobierno tienen mucho interés, pero no despiertan pasiones. Insistir en hechos y no palabras puede dar para un buen Excel, una buena hoja de cálculo, pero no para fijar la atención del espectador.
El trabajo de aproximación entre el Govern y Esquerra permite pensar que habrá presupuestos
Algo así sucede con el acuerdo de Bruselas y su cumplimiento, firmado en 2023 por el president Carles Puigdemont y el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, en la prisión de Soto del Real desde el verano por delitos de cohecho, organización criminal y tráfico de influencias. Incluso hoy, los periodistas tenemos que ir al documento para saber con exactitud lo que decía. La parte más atractiva para el electorado de Junts tiene mucho que ver con el apartado económico, desde el déficit fiscal del Estado con Catalunya al "infierno fiscal" de los ciudadanos con unos impuestos altos, pasando por la bonanza de la economía, que contrasta con las dificultades para llegar a fin de mes. Un discurso, sin duda, imprescindible para el partido de Puigdemont, si quiere intentar reconectar con aquellos ciudadanos que miran su bolsillo y que han pasado una larga temporada buscando reconocerse en unas propuestas que no encontraban. Lo mismo sucede con la necesidad de priorizar su preocupación por el desequilibrio territorial, que cada vez es más notorio y que se refleja en que el crecimiento del PIB es más alto en la Catalunya metropolitana que en las comarcas interiores.
Cerrado este debate, del que restan la votación de las resoluciones parlamentarias y sobre las que cabe pensar que el PSC contribuirá con su voto favorable o su abstención a no complicarse la vida, es evidente que la carpeta inmediata pasa a ser la financiación singular y los presupuestos de la Generalitat para 2026. La discusión de esta jornada no dio pistas, y si algo ofreció fue una perspectiva negativa para la aprobación de las cuentas públicas catalanas. Pero como, en la política, una cosa es la que se ve y otra muy diferente la que es, me inclino a pensar que en los primeros meses del próximo año habrá presupuestos. El trabajo de aproximación entre el Govern y Esquerra permite avanzar en esta dirección y el camino para ir apartando obstáculos parece acordado. Pero para eso aún falta tiempo y en política tampoco nunca hay que descartar nada. Y menos en Catalunya…
Por cierto, el partido en cuestión en el campo del Betis y con H.H. en el banquillo terminó 2-5 a favor del Barcelona, que acabó ganando la Liga.