Los hechos que se han producido en Madrid este fin de semana y que desembocaron en la anulación de la última etapa de la Vuelta a España y la entrega de premios a los ganadores de la que se considera la segunda o la tercera carrera ciclista por etapas del continente son de muy difícil justificación. Que además hayan sido incitados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y varios de sus ministros es, cuando menos, sorprendente. Es impensable, por ejemplo, que el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, aliente a los franceses a protestar contra el Tour y su finalización en los Campos Elíseos de París hasta el extremo de hacerlo descarrilar. O que suceda algo así en la clausura del Giro de Italia, en Roma. De hecho, en las recientes ediciones de ambas pruebas, en mayo (Giro) y julio (Tour), con el conflicto israelí plenamente vigente y la grave situación en Gaza, ya hubo incidentes, eso sí, muy menores, pero lo que no hubo fue un posicionamiento gubernamental tan claro como en la Vuelta a España.
Si no es porque los números no dan, alguien podría pensar que Pedro Sánchez se ha puesto el mono de campaña electoral y que realmente se ha creído la encuesta del CIS, que capitanea el inefable José Félix Tezanos, y que le daba la semana pasada la friolera de nueve puntos de ventaja respecto al PP de Alberto Núñez Feijóo. Lo cierto es que cuando el CIS presentó el pasado jueves el barómetro, lo que más se escucharon fueron bromas y descalificaciones por el trabajo realizado por el organismo demoscópico estatal, que ha perdido buena parte del prestigio que acumuló antaño. Sea como sea, Sánchez se ha lanzado con tanto ímpetu a amarrar el voto de la izquierda, con banderas que también son de Sumar o Podemos, que igual sí que ha decidido jugárselo todo a una carta si no saca los presupuestos generales del Estado. Pensar hoy que el gobierno español pueda salvarlos es tan quimérico como, por ejemplo, que Donald Trump y Pedro Sánchez mantengan una relación fluida.
Es impensable que Macron aliente a los franceses a protestar contra el Tour hasta hacerlo descarrilar
Si echamos un poco la vista atrás, es fácil seguir el rastro a los temas que el PSOE ha puesto en primera línea de su actividad política: no al incremento de más gasto en Defensa y el 5% que le reclama la OTAN, la bandera de las 37,5 horas y media, filtrar que prepara unos presupuestos claramente expansivos y la lucha en todos los frentes contra Israel, desde lo deportivo lo diplomático o empresarial. A todo ello se sumó este lunes la propuesta del presidente de RTVE, José Pablo López, de proponer al consejo de Administración del ente público estatal de radio y televisión la retirada de España de Eurovisión si participa Israel, siguiendo la estela de una decisión ya adoptada por Islandia, Irlanda, Países Bajos y Eslovenia, que ya realizaron un anuncio idéntico. Un nuevo frente, sin duda polémico, pero que también aglutina un apoyo significativo entre la izquierda española. Poco importa, en este contexto, que en las caóticas imágenes de la suspensión de la Vuelta se mezcle el apoyo a Palestina con escenas de violencia, ya que lo que cuenta es ganar el relato.
La Unión Ciclista Internacional (UCI), la máxima autoridad en este deporte, se ha pronunciado también sobre los hechos y en un duro comunicado ha cargado contra el Gobierno, contra Pedro Sánchez, y ha puesto en duda la capacidad de España para acoger próximas competiciones internacionales. Un mensaje preocupante, sobre todo porque el Tour de Francia de 2026 tiene su salida en Barcelona y el clima actual no hace presagiar el mejor de los escenarios, habida cuenta de que no parece fácil que la UCI retire de la carrera al equipo israelí. Sánchez, lejos de dar un paso atrás, aprovechó este lunes una reunión con parlamentarios del PSOE de diferentes Cámaras legislativas para cerrar filas con las protestas propalestinas y proclamar que Israel no puede estar en ninguna competición más. A ello contestó el ministro israelí de Exteriores tachando a Sánchez de antisemita y mentiroso y a su gobierno de comunista y enemigo de la verdad. Y en el trasfondo de la batalla con Israel planea el interrogante sobre la información que puedan poseer sus potentes servicios de espionaje y el uso del software Pegasus, desarrollado por la firma cibernética israelí NSO. Quién sabe cuanta de la información que se filtra del pasado relacionada con Sánchez tiene que ver con el espionaje llevado a cabo en su día contra él y tres de sus ministros.