Catalunya celebrará este lunes su Diada Nacional, una jornada reivindicativa en la que los catalanes acostumbran a expresar en la calle su deseo de libertad y de superar el corsé del régimen autonomista de 1978 que no hace sino empobrecerlos, limitar su funcionamiento como nación y, desde el año 2012, padecer una persecución política, policial y judicial con muy pocos, por no decir ninguno, precedentes en nuestro entorno europeo. Durante la última década, las movilizaciones en defensa de la independencia de Catalunya han tenido un carácter histórico por la presencia masiva de asistentes y el conflicto con el estado español, que aún perdura, volverá a estar presente durante esta jornada como una especie de recordatorio de que nada se ha acabado.

El independentismo, que es plural y tiene estrategias y objetivos diferentes, celebrará con una falsa unidad los diferentes actos de la jornada aunque se presentará unido a la manifestación de la tarde que una vez más convocan la ANC y Òmnium. Este año, incluso participará el president de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a los principales dirigentes de su partido, Esquerra Republicana. También estarán los principales miembros de Junts per Catalunya y de la CUP. La presencia anunciada de más de 200 autocares hace pensar a los organizadores que tendrá un carácter masivo.

Este 11 de setembre se celebra en un contexto político especial ya que las recientes elecciones españolas han otorgado al independentismo una posición de privilegio y dejado en sus manos la investidura de un presidente del Gobierno. Aunque es una oportunidad, también es un riesgo ya que el independentismo expresó en los comicios del pasado 23 de julio un hartazgo con la política practicada y las renuncias en la agenda de los partidos independentistas, tanto en España como en Catalunya. Así, de los 22 diputados que había en la anterior legislatura se ha pasado a 14, fruto de los seis que perdió ERC y los dos que se dejó la CUP, que ha desaparecido del Congreso. Fue una derrota independentista sin paliativos en las urnas de la que tendrán que extraer más de una lección.

La agenda mucho más radical de la ANC, partidaria de la unilateralidad y de un compromiso por la independencia de manera rápida, condicionando a ello la investidura de Sánchez, encaja con no cierta dificultad con las negociaciones en curso con el presidente del gobierno español en funciones. Pero eso se lleva con cierta sordina en el movimiento independentista y sobre todo en los partidos partidarios de que haya una negociación política que priorice en el corto plazo la amnistía y trace un camino más a medio plazo para la autodeterminación. De hecho, conociendo a Sánchez tampoco hay que descartar que priorice la convocatoria de unas nuevas elecciones el 14 de enero.

Por eso, el mensaje de la Diada también es importante. Y que la calle se llene de manifestantes reclamando la independencia de Catalunya, como en años anteriores. Solo este mensaje contundente y repetido una y otra vez hará ver a Madrid que el independentismo continúa inflexible en sus demandas y robusto en su organización. Que la represión no rebaja los objetivos ni las ansias de libertad de un pueblo milenario que no se va a rendir. Que tengáis una muy buena Diada.