Con casi tantas incertidumbres encima de la mesa como carpetas hay que empezar a cerrar a la mayor brevedad posible, el Govern se prepara para la desescalada real a partir del lunes 9 de mayo, que será el primer día en que los ciudadanos podrán empezar a ver una cierta salida del túnel a tantos meses de sacrificio y tantas vidas perdidas. Las vacunas han abierto el umbral de una nueva etapa que se visualizará en cosas tan cotidianas como el poder salir a cenar fuera hasta las 23 horas. El hecho de que el gobierno de Pedro Sánchez haya descartado la prórroga al estado de alarma deja en el limbo legal algunas de las medidas que puedan acabar aplicando las comunidades autónomas y pasarán a tener más importancia los tribunales superiores de justicia de cada una de ellas. En el caso de Catalunya, el TSJC puede acabar teniendo que decidir muchas cosas, pero ello también dependerá del consenso que sea capaz de alcanzar el Govern con los partidos de la oposición y los sectores empresariales afectados.

El objetivo es llegar al verano con los niveles más bajos que ahora en lo que respecta a velocidad de contagio, número de afectados y presión hospitalaria. Solo en estas condiciones se podrán garantizar unos meses de julio y agosto mínimamente normales. No es un objetivo inalcanzable, ya que la rapidez con que avanza estas últimas semanas la administración de vacunas ha ayudado al optimismo. Mayo será un mes clave si los suministros continúan al ritmo actual y no se genera ningún nuevo problema.

Todo el sector del ocio está esperanzado en que a partir del lunes día 9 pueda darle la vuelta a la situación como un calcetín y pueda empezar a ver la salida del túnel. Lo mismo le sucede a la restauración, donde las reservas ya se empiezan a producir. Cabe esperar que el Govern aún en funciones sea capaz de empatizar con un sector que se ha visto especialmente maltratado. Menos preocuparse por lo que va a acabar haciendo la gente, que ha actuado con grandes dosis de responsabilidad, y más por crear las condiciones para que los diferentes sectores puedan reactivarse a la mayor brevedad posible.

Si las negociaciones entre Esquerra y Junts no vuelven a descarrilar, hacia mediados de mes podría el candidato Pere Aragonès reclamar a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, que convoque la sesión de investidura. La tercera y definitiva. Hay mucha tela por cortar, empezando ahora por la nueva estructura del Govern y el reparto de conselleries. ERC ya ha entregado un documento en el que Junts entiende que sale bastante malparado. La formación de Puigdemont plantea algo más simple —que, como punto de partida, la negociación se inicie teniendo ellos las competencias que tenía Esquerra—, lo que no quiere decir, ni mucho menos, más fácil. Encarriladas las cuestiones estratégicas y programáticas se entra, digámoslo claramente, en el reparto de poder. Y eso siempre levanta ampollas.