Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. La mayoría parlamentaria que fraguó Pedro Sánchez para la investidura ha sufrido este lunes un boquete de agua considerable tras anunciar Esquerra Republicana que votará en contra de la cuarta prórroga del estado de alarma que llevará el presidente del Gobierno el miércoles al Congreso de los Diputados. Sánchez e Iglesias cuentan, cuando faltan algo más de 24 horas efectivas, con sus 155 votos y otros ocho sufragios de partidos pequeños, que elevan la cifra a 163. En la oposición hay 166 noes, cifra que equivale a la suma de una amalgama de formaciones tan dispares como PP, Vox, ERC, JxCat, CUP y Navarra Suma. Los cinco diputados de Bildu se abstendrán.

Habida cuenta de que Sánchez necesita sumar más síes que noes, la clave está en manos, sobre todo, de Ciudadanos, y en menor medida de PNV. Si Inés Arrimadas lleva sus diez escaños al no, Sánchez habrá perdido una votación trascendental para su frágil situación política, que obligaría a un movimiento contundente de la Moncloa. En cambio, si la formación naranja se alinea con socialistas y Podemos, el Gobierno tendrá un susto pero poca cosa más. El PNV solo entraría en juego si Cs se abstuviera, entonces sus seis escaños valdrían su peso en oro.

Como que la política son, sobre todo, intereses, de aquí al miércoles puede acabar pasando todo. De hecho, Sánchez y Ciudadanos ya se encontraron en el pasado y Arrimadas estará tentada de aceptar la oferta que la Moncloa le pueda hacer, ya que la situación del partido es bastante desesperada y la fractura evidente. En cualquier caso, es importante que el chantaje de Sánchez planteando un falso escenario de caos si no salía adelante el estado de alarma haya fracasado y haya tenido más importancia, en el caso de Catalunya, la utilización desmedida del estado de alarma para apropiarse descaradamente de competencias autonómicas y la permanente humillación de todas las iniciativas del Govern, envuelto como está en la torre de marfil que le confiere el mando único.

Pero Arrimadas, necesitada del protagonismo de antaño para intentar reflotar la nave naranja, deberá escoger entre lo que quieren sus votantes y lo que ella necesita. El seductor Sánchez frente a la inquietante Arrimadas.