Pedro Sánchez, cuatro ministros -Defensa, Interior, Fomento y Sanidad- y el Ejército se hacen cargo de la lucha contra el coronavirus. De un plumazo, la tan cacareada España de las Autonomías desaparece. Y la administración responsable del enorme retraso en la aplicación de medidas de lucha contra el coronavirus y la que ha impedido que autonomías como Catalunya, entre otras, protegiera al máximo a sus conciudadanos, toma el control único de las decisiones en todo el territorio administrativamente español, al menos, en los próximos quince días. Pedro Sánchez se ha petado literalmente la cogestión de la crisis y no hay más autoridad que la que emana de Madrid.

Habrá a quien moleste que se considere que el primer gobierno de la historia de PSOE y Podemos se ha cepillado la autonomía catalana. Y, seguramente, serán los mismos que sostengan que hay que pensar más en el interés general que en el individual. Por eso mismo, por el interés general, este no era el camino. La Generalitat y  el gobierno vasco están en mejores condiciones de garantizar el control del virus en Catalunya y Euskadi que el gobierno español. Debe molestar decirlo así de claro, pero quien no ha sido capaz de poner orden en Madrid y permitir la propagación del virus pocas lecciones puede dar.

En este editorial lógicamente de urgencia resaltar cuatro cosas más. En el Gobierno manda únicamente el PSOE y la gestión de la crisis queda exclusivamente en manos de los ministros socialistas. Los ministros de Podemos no tienen poder alguno y serán convidados de piedra aunque impongan algunas de sus recetas. Segundo, si lo que quería Pedro Sánchez era transmitir a la sociedad española que la crisis le viene muy grande y está paralizando e improvisando lo ha logrado. Primer aviso de comparecencia a las 14 horas, segundo a las 15, tercero a las 17:30, cuarto a las 20, quinto a las 20:30 y sexto y definitivo a las 20:59. En estos momentos, hay un estado de alarma a partir de las cero horas de mañana y el realmente alarmado parece él.

Tercero, sus palabras de que no hay territorios y que en ocasiones somos 17 autonomías y en otras somos un único país son políticamente inaceptables. ¿Qué cabe esperar de quien tiene una mentalidad tan jacobina y antigua? Cuarto, tanto repasar el listado de establecimientos abiertos y cerrados para que del confinamiento que se pone en marcha a la medianoche se acabe hablando de las peluquerías, que tendrán un tratamiento especial después de decir que se tendrá que guardar la distancia interpersonal de un metro. Será difícil que los profesionales del ramo puedan realizar así su trabajo.

Para acabar, el ninguneo a los gobiernos catalán y vasco a través de cuyos diputados en el Congreso obtuvo la investidura por responsabilidad política no merecía un desplante así. Resumiendo: ni las formas ni el fondo son aceptables.