Anda el Parlament de Catalunya tratando de armar un cordón sanitario contra Vox, una iniciativa muy loable si se quiere evitar dar el máximo realce a la ultraderecha en la legislatura que se inaugurará antes de mediados del próximo mes de marzo e impedir de paso que su discurso populista, machista y xenófobo alcance cotas de voto que hemos visto en otras latitudes occidentales. Que no tengan representación en la Mesa del Parlament sería un primer paso, pero no el único ni  tampoco el más importante. Porque, al final, son muchos los partidos que tiran del sí de Vox a la hora de sacar adelante iniciativas políticas, e incluso el candidato a la presidencia de la Generalitat en las últimas elecciones por parte del PSC, Salvador Illa, no fue rotundo y taxativo a la hora de garantizar que en ningún caso llegaría a la presidencia de la Generalitat con los votos de Vox. Es más, el PSC ha sido claro: solo estarán en el cordón sanitario a Vox "siempre que sea posible".

Esta posición de los socialistas debe ser un jarro de agua fría para sus socios de gobierno en Madrid, los comunes, y también sus hipotéticos aliados en Catalunya si los números hubieran salido. No debería ser una sorpresa para los otros tres abanderados del cordón sanitario a Vox —Esquerra, Junts y la CUP—, ya que los socialistas han dado muestras suficientes de que este era un tema a esquivar. No hace muchos meses, Pedro Sánchez sacó con los votos de la ultraderecha el decreto de fondos europeos en el Congreso de los Diputados. No hicieron ascos a los 52 diputados de Vox ni el PSOE, ni Podemos. Tampoco Bildu, que, aunque era un convidado de piedra y muy tangencial en el debate, apoyó al Gobierno. Incluso Pedro Sánchez, en una de aquellas frases para la hemeroteca, elogió, horas después, el sentido de Estado de los de Santiago Abascal a la hora de echarle en cara a Pablo Casado y al PP el voto negativo. O sea, menos proclamas y muchos más hechos.

No es el caso de los fondos europeos ni el único ni el más sangrante. En la persecución de los presos políticos y los exiliados no se ha aislado a Vox, sino que el PSOE se ha alineado con la ultraderecha aquí y en el Parlamento Europeo. También ha sucedido lo mismo a la hora de impedir una comisión de investigación parlamentaria sobre la corrupción de la monarquía española. Desengañémonos: Vox a algunos les viene muy bien como excusa o como coartada y quedan muy bien situándose enfrente en algunas fotos. Pero la política es mucho más que fotos interesadas para recibir aplausos fáciles y parecer muy de izquierdas. Reclamemos a los políticos y a los partidos un cordón sanitario real que consista, de hecho, en un compromiso democrático: nadie sacará adelante ninguna iniciativa política en el Parlament que tenga el respaldo de Vox si no es por una mayoría lo suficientemente amplia y que saldría igualmente adelante sin sus votos.

Todo lo que no sea caminar en esta dirección ni será creíble, ni servirá para nada que no sea tirarse los trastos a la cabeza. Algo que es muy propio de los políticos pero que acaba siendo una actitud de la que los ciudadanos cada vez están más cansados.