Que la monarquía española está en crisis es una evidencia. Como también lo es que Felipe VI ha conseguido con su actuación que buena parte de Catalunya considere que el monarca no les representa y que en los últimos tiempos, de manera especial a partir de octubre de 2017, se ha producido un punto de inflexión en las relaciones de la familia real con los catalanes. Por eso, no es extraño que en el reciente discurso de Navidad del monarca se produjeran dos hechos significativos: que perdiera 700.000 espectadores respecto al año pasado y que fuera el segundo menos visto de su reinado.

El hecho de que sea emitido por la mayoría de las cadenas de televisión hace que el share sea siempre muy alto y que lo que se tenga que valorar sean los datos comparados y los cualitativos. Así, en Catalunya lo siguieron el 42,3%, el porcentaje más bajo del Estado. Treinta puntos menos que en Madrid o en las dos Castillas. Los 5,6 millones de espectadores quedan muy lejos de los 10,4 de 2020, los 8,1 millones de 2017 o los 7,9 de 2018. El share en España queda por debajo del 60%, una barrera que solo se había roto en una ocasión.

Los partidarios de la monarquía española, lejos de reflexionar sobre los errores cometidos, ahondan en posicionamientos y en actitudes que son de otro tiempo. Su preocupación debería ser que el germen de la discordia en la familia real acabe con la institución y, lejos de ello, alientan una actitud muchas veces retrógrada que no parece acostumbrarse al transcurrir de los años. Un amigo me ha hecho notar lo mal que queda la intervención de Felipe VI comparada con la realizada por Carlos III en el Reino Unido.

No es extraño que el reciente discurso de Navidad de Felipe VI fuera el segundo menos visto de su reinado

Vale la pena ver la factura del representante de la monarquía británica: intervención corta, hablando de problemas planetarios —medio ambiente, protección del planeta, compasión con el prójimo— la banda de Buckingham Palace abriendo el discurso, de pie, sin banderas, para acabar con un coro de niños. En cambio, el de la Zarzuela podía haber sido grabado hace varias décadas: Constitución, España y la bandera. Es normal que el segundo pierda popularidad y valoración. Hay una España que ya ha perdido y sigue los pasos de Catalunya. Eso sí, la prensa de Madrid solo parece preocupada porque los socios del PSOE critican su discurso. Como cuando el árbol no te deja ver el bosque.