Con la constitución de la Asamblea de Representantes del Consell per la República este domingo en Canet del Rosselló y la posterior elección de la presidenta -Ona Curto, regidora de la CUP de Arenys de Mar- y los otros cuatro miembros que le acompañarán en la Mesa, escogidos todos ellos entre los 121 representantes elegidos en votación telemática a finales del pasado mes de octubre, se da un paso importante en el funcionamiento de un organismo creado al margen de cualquier paralelismo con la política pensada en clave de acción autonómica.

El Consell pretende ser un organismo transversal y el motor permanente de la reclamación de la independencia de Catalunya y las elecciones para conformar la Mesa de la Asamblea -el Parlament del Consell per la República- han respirado una transversalidad política imprescindible para iniciar una nueva etapa. El siguiente paso será, seguramente, la elección del presidente del Consell, una mera formalidad, si se quiere, pero que ratificaría de manera democrática el cargo que ostenta desde su fundación Carles Puigdemont. Aunque no tiene fecha, se especula que podría celebrarse antes de final de año y sería el penúltimo paso y el previo a la elección del govern que acabara con la provisionalidad actual. 

Que la presidencia de la Asamblea haya recaído en Ona Curto, concejala de la CUP, no debe de ser una casualidad. Como tampoco lo debe de ser que, en aras a que el Consell quede libre de muchos de los ataques que ha recibido por su proximidad a Junts, la representación del partido del president Carles Puigdemont en la Mesa sea muy contenida. Tanto es así que alguna de las críticas serán más difíciles de mantener y de sostener una mínima consistencia. El Consell tiene en estos momentos un total de 101.530 personas registradas, una cifra lejos de los ambiciosos pronósticos que se hacían cuando se fundó, pero nada menor en un momento de fuerte desmovilización política. Solo hace falta ver el número de militantes que tienen los partidos para hacerse una idea de lo que hoy en día son 101.530 afiliados.

Esta transversalidad buscada tiene, sin embargo, un pero nada menor ante la actitud de Esquerra Republicana, muy distante del Consell per la República y con una implicación muy menor. Así ha sido desde su inicio y aunque ERC ha estado presente, siempre lo ha hecho a través de políticos de segundo nivel y con una crítica permanente identificándolo siempre como un instrumento de Puigdemont y de Junts. Nada da a entender que ERC cambie su percepción y menos sin un acuerdo sobre la hoja de ruta del independentismo para los próximos tiempos que vaya más allá de disponer de un gobierno conjunto para dirigir los destinos de la Generalitat. Un reparto de carteras casi idéntico para ir haciendo en el mientras tanto.