El Fútbol Club Barcelona acaricia la Liga tras su nueva victoria frente al Real Madrid, la cuarta de esta temporada, y los culés podrán en los próximos días, si no hay un verdadero cataclismo, celebrar su tercer título de la temporada tras los de la Supercopa de España y la Copa del Rey. Aunque el resultado de 4-3 puede dar una idea de que fue un encuentro igualado, no es verdad. Los blaugrana fueron un auténtico vendaval en el terreno de juego durante muchos minutos del encuentro y solo los errores en los últimos metros, la mala suerte y un deplorable arbitraje —cuesta pensar que tantos errores del juez Hernández Hernández fueran casualidad— maquillaron un resultado que debió ser bastante más abultado.
En otras ocasiones, haber quedado eliminados de la Champions y más de una manera tan hiriente como el pasado martes en el estadio de San Siro frente al Inter de Milán, hubiera pesado como una losa. Mucho más empezar con un resultado (0-2) tan adverso —una vez más— a los 14 minutos de partido. Pero a esta plantilla si algo no le falta es seguridad, confianza, osadía y arrojo. Todo en un cuatro, en uno que les hace soñar que no hay reto imposible. Están aún lejos de ser el Barça de los Guardiola, Messi, Xavi, Iniesta, Busquets, Piqué y un largo etcétera, pero en un aspecto están bastante por encima. Juegan con un desparpajo y una seguridad que aquel equipo necesitó más tiempo y más títulos para tener.
A esta plantilla si algo no le falta es seguridad, confianza, osadía y arrojo. Todo en un cuatro, en uno que les hace soñar que no hay reto imposible
El Barça no ganará la Champions con la que soñaba y deberá esperar a la próxima temporada para lograr la sexta orejera en Budapest y romper la sequía de títulos continentales que se remonta a 2015. Pero a diferencia de esta última década, ahora sabe que puede lograrlo, que tiene una plantilla joven y con hambre de lograr títulos y marcar una época. Solo la desgracia y la injusticia a veces del deporte, que al fin y al cabo es un juego, ha alejado a este equipo de estar el próximo 31 de mayo en Múnich, como en justicia le correspondía. Pero esta temporada, la 2024-25, será recordada porque los aficionados al balompié han visto una nueva versión del fútbol total, con la línea avanzada del fuera de juego, y llegada al Olimpo de jugadores leyenda de Lamine Yamal y Pedri. Un extremo de 17 años llamado a ser balón de oro en muy poco tiempo y un constructor de juego de 22 que ya es, sin discusión alguna, el mejor del mundo en su posición.
El Barça saca al Madrid siete puntos (82 a 75), aunque en realidad son ocho con el goal average y puede sentenciar definitivamente la liga esta próxima semana, en la que tendrá dos oportunidades. El jueves dispondrá de su primer match ball si gana en Cornellà, en el campo del Espanyol. Eso si no se diera la carambola de que la víspera el Madrid no ganara en el Bernabéu al Mallorca y, entonces, el campeonato ya quedaría sentenciado. La segunda oportunidad será el domingo en Montjuïc frente al Vila-real. Aún habría una tercera, el día 25, en Bilbao, frente al Athletic. Ser campeón frente al Espanyol siempre tiene un morbo especial para el Barça, ya que te acabas imponiendo en el derbi de la capital catalana. En cualquier caso, caerá más pronto que tarde y llegará entonces el momento de poner las notas definitivas a todos: jugadores, entrenador, staff, junta directiva y oposición.