La crisis entre Alemania y Rusia, en la que incluso ha sido llamado a consulta el embajador del Kremlin en Moscú, supone un salto cualitativo importante entre un país fundamental en la Unión Europea y Vladímir Putin. Las acusaciones de ciberataque y de haber tratado de influir en las últimas elecciones generales formuladas por el canciller democristiano Friedrich Merz en un salto cualitativo en las pésimas relaciones entre ambos países, sobre todo porque Berlín responsabiliza a Putin de poner en riesgo la seguridad alemana. El conflicto entre Rusia y Alemania no coge en un buen momento a la Unión Europea, ya que los episodios de guerra híbrida que han denunciado varios países topan con una realidad desalentadora para el Viejo Continente: los avances entre Moscú y Washington para alcanzar un acuerdo en Ucrania, fuera de los intereses de Zelenski y de Bruselas.
La buena sintonía entre Donald Trump y Vladímir Putin, con demasiados intereses confrontados, pero también con una apariencia, cuando menos, de agenda común, tiene en Ucrania una piedra en el zapato. Europa no quiere dejar de apoyar a Ucrania en su guerra con Rusia, y Estados Unidos quiere zanjar cuanto antes el conflicto bélico y parece dispuesto a dejar a Kiev abandonado a su suerte. Berlín, París y la gran mayoría de cancillerías se encuentran en un dilema no menor: enfrentarse a Trump o tomar distancia de Zelenski, al que han apoyado de manera reiterada, y no parecen dispuestos a cambiar de estrategia y menos a conceder la victoria a Putin.
En un mapa más global, que es la manera como Trump mira los conflictos, el de Moscú, Europa y Ucrania es una guerra de interés mediano al lado del de Oriente Medio o incluso el realineamiento en Sudamérica, empezando por Venezuela. En el fondo, Estados Unidos y Rusia están dispuestos a cambiar cromos y cada país tiene el interés de manera prioritaria en lo que tiene más cerca. El presidente norteamericano acaba de anunciar una nueva fase de la ofensiva en Venezuela que incorpora ataques por tierra contra objetivos vinculados al narcotráfico, que, en el fondo, no es más que meter la máxima presión a Nicolás Maduro para que acabe abandonando el cargo y exiliándose en cualquiera de los países que ya le han ofrecido asilo. Washington tiene desplegados en la región unos 15.000 efectivos, que incluyen el portaviones USS Gerald R. Ford, buques de guerra, guardacostas, aviones de combate F-18 y bombarderos estratégicos.
Lituania, Polonia, Reino Unido, Estonia y Dinamarca, además de Berlín, han denunciado en los últimos meses algún tipo de problema de seguridad de cierta gravedad con Moscú
La crisis de Alemania con Rusia encaja, por tanto, en medio de todos esto. Lituania, Polonia, Reino Unido, Estonia y Dinamarca, además de Berlín, han denunciado en los últimos meses algún tipo de problema de seguridad de cierta gravedad con Moscú. En el caso de Berlín, la preocupación es superior porque dice tener pruebas de que Moscú intentó influir en el último proceso electoral alemán en el que la ultraderecha de AfD acabó alzándose con la segunda posición y amenazando las mayorías de una coalición en Alemania. Las últimas encuestas que se vienen publicando periódicamente en el país germano, lejos de enfriar los resultados de AfD, le otorgan unas expectativas superiores en las que, incluso, podría llegar a alcanzar la primera posición.
Merz ha abierto la caja de los truenos contra Moscú, que permanece impasible. Putin gestiona sus silencios con habilidad, pero Europa tiene que alzar su voz, ya que se acabaron los tiempos en que Washington salía a reforzar a Bruselas.
