El 2023 que finaliza hoy nos deja más incógnitas que certezas, tanto en el plano político, como en el internacional, el económico y hasta el deportivo. Cuatro palabras definen este año: amnistía, guerra, Barcelona y sequía. Y cada una de ellas representa momentos de este año que agoniza y que han marcado portadas, debates y tertulias durante meses. Aunque es evidente que hay un cierto agotamiento por la política, nada puede ir a mejor sin una buena acción política: lo contrario es dar alas al populismo y abrir la puerta de par en par a movimientos que pueden tener atractivo electoral, pero que sus promesas siempre tienen una cara B. El ejemplo de Javier Milei en Argentina que pretende desregularizar diversos sectores de la economía, con su plan motosierra sobre los trabajadores, es, sin duda, un aviso y la señal más clara del populismo descarnado de estos días.

La noticia política del año ha sido, sin duda, electoral y ha tenido dos miradas: en España y en cada uno de los municipios, como consecuencia de las elecciones locales del mes de mayo. Pedro Sánchez retuvo la presidencia del gobierno español gracias a una suma de acuerdos con todas las formaciones, excepto PP y Vox. Hizo algo inusual hasta la fecha en España, como era gobernar habiendo perdido sobradamente las elecciones. Llegó a acuerdos que parecían imposibles, se desdijo de declaraciones efectuadas unos días antes y, en el último quiebro imprescindible para que todo se aguantara como un castellemuló a la colla de los Castellers de Vilafranca, con aquella construcción inédita lograda en noviembre, el pilar de nou amb folre, manilles i puntals. El profugo pasó a president y la imposible amnistía, claro que tenía encaje constitucional.

El 2023 que finaliza hoy nos deja más incógnitas que certezas tanto en el plano político, como en el internacional, el económico y hasta el deportivo.

El rey Felipe VI quedó desnudo, políticamente hablando, y su discurso de octubre de 2017 y la represión que provocó como una cosa de la monarquía, del deep state, del Estado profundo, o sea, de jueces, magistrados, funcionarios y policías. De ahí el álbum de fotos de irritación que Felipe VI está dejando este invierno cada vez que coincide con Pedro Sánchez. Tenemos amnistía anunciada, tendremos amnistía aprobada por el Congreso, pero no sabemos si tendremos amnistiados a todos los que se les tenga que aplicar la ley. Y eso porque en España hay tantas leyes como trampas y tantos compromisos firmados como embaucadores. Lo que no sé si habrá es tanto arrojo efectivo como proclamas se han ido haciendo. Porque Moncloa ya ha enseñado la patita con el decreto para modificar la ley de enjuiciamiento civil con un pequeño apartado —el 43 bis— que permitiría elevar a los tribunales europeos cualquier cuestión prejudicial. Hecha la ley, hecha la trampa. Y esa no es otra que dejar la amnistía para las calendas griegas. Descubierto el truco cabe esperar que el mago sea convenientemente amonestado.

La segunda noticia política del año han sido las municipales y los cambios en muchas alcaldías, empezando por Barcelona y las otras tres capitales de provincia que tienen al frente nuevo alcalde o alcaldesa. La capital catalana jubiló a Ada Colau y los concejales escogieron a Jaume Collboni, en una alianza de PSC, comunes y PP para impedir que Xavier Trias, ganador de las elecciones, alcanzara la vara de mando. La derecha volvió a frustrar, igual que en 2019, un alcalde independentista dando la razón a aquellos que en el pasado defendieron en Catalunya cordones sanitarios para impedirles gobernar. Con la marcha materializada de Ernest Maragall y la anunciada de Xavier Trias, Collboni deberá anunciar en las próximas semanas si pacta con unos o con otros. Si gira hacia una sociovergencia o apuesta por un retorno de los comunes en la gestión compartida de la ciudad.

Este 2023 se mantuvo la guerra de Ucrania y se inició la invasión israelí de Gaza, después de que los militantes de Hamás traspasaran la frontera e invadieran el Estado hebreo el 7 de octubre, causando 1.250 muertos y 250 secuestrados. El balance de la respuesta israelí hasta la fecha es de casi 22.000 muertos en el territorio palestino, en medio de una catástrofe humanitaria que ha desplazado a cerca de 1,9 millones de personas, el 85 por ciento de los gazatíes, y que no tienen ni un trozo de pan para comer. No hay visos de que la situación vaya a cambiar, pese a la presión internacional que tiene, en muchos casos, más de aparente que de real.

Y el último tema estrella del 2023 es, sin duda, la sequía. Llegamos a fin de año con más miedos que propuestas y más inacción que resultados. Si no llueve en condiciones, que hoy por hoy parece que va a ser así, habrá que convivir con la ineptitud de aquellos que estos últimos años han pensado que no era para tanto y que ya llovería. Que era mejor adoptar medidas electoralistas y de rédito tangible que apostar por decisiones que serían para el siguiente gobierno y que no darían votos a corto plazo. Pero tanto ha ido el cántaro a la fuente que al final se ha roto y ahora nadie quiere cargar con la responsabilidad de aquel desacierto.

En este fin de año caprichoso y cambiante, desear a todos los lectores un muy feliz 2024.