El economista Xavier Sala-i-Martin considera que el teletrabajo puede tener muchos inconvenientes si no se hace bien. De entrada, ha valorado en una entrevista en Catalunya Ràdio el coste de los gastos: "Si el trabajador gasta luz o agua, lo tiene que cubrir la empresa, que es la que se gastaría lo mismo si no estuviera en casa". En este caso, ha puesto su ejemplo propio con las clases en la universidad: "Yo me iría a l'Escala a trabajar y no pagaría un precio desorbitado como el que tengo en Manhattan". Ahora bien, Sala-i-Martin advierte de que la toma de decisiones depende de "la naturaleza del mercado y no de los propios gobiernos".

¿Cuál es el problema del teletrabajo?

El economista catalán advierte del peligro "de una regulación excesiva" que puede provocar contratar a personas "de Perú o de China" en vez de las personas de aquí. En este aspecto, pone el ojo en el coste excesivo que puede comportar esta deslocalización teniendo en cuenta que la mayoría de los trabajos "se pueden hacer a distancia". Aunque también recuerda que dentro de un mismo trabajo, hay tareas que "necesitan el contacto humano". Más allá del beneficio económico, también hay que prever el efectivo, que el trabajo salga bien. Este último lo atribuye, principalmente, a la creatividad y la reproducción de ideas que necesitan ir evolucionando con el intercambio humano.

Por todo ello, abre una tercera línea: la de los trabajos híbridos que se basan en una parte del trabajo hacerla lejos y otra dentro del espacio compartido. Eso evitaría la descentralización total y por lo tanto la capacidad del gobierno para poder regularlo al máximo. Sala-i-Martin también critica la intención de Donald Trump de no renovar los visados de estudiantes que no den clases presenciales: "Cuando Trump hace leyes contra los inmigrantes, en vez de hacer a América grande, la hace pequeña y miserable". Y lo ha definido con una palabra: "terrorífico".