El gobierno de Pedro Sánchez ha desestimado poner en marcha el impuesto en la banca, una iniciativa que ya recogía el programa del PSOE y que pretendía aumentar la presión fiscal a las entidades financieras -similar a lo que se hace en el Reino Unido- y que se calculaba que recaudaría entre 1.000 y 2.000 millones anuales con la idea que de ayudar a "tapar el agujero de las pensiones".

A cambio, este lunes Pedro Sánchez ha confirmado que el Ejecutivo aprobará un impuesto sobre las transacciones financieras después de haberlo acordado con Podemos. De todos modos, el PSOE no descarta llegar a un acuerdo para subir el Impuesto de la Renta a las Personas Físicas (IRPF) -que hasta ahora se planteaba por las rentas superiores a los 150.000 euros- y negociar rebajar este umbral.

De hecho, a ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya confirmó la semana pasada que el Ejecutivo había planteado durante las negociaciones con Podemos la posibilidad de subir el IRPF a las lavas más altas, y puso el umbral inicial en 150.000 euros -que ahora se plantea rebajar-, en vez de lo que planteaba el partido de Pablo Iglesias, que ponía los 60.000 euros como punto de partida.

Adiós al impuesto en la banca

El impuesto en la banca fue uno de los temas calientes que quedó sobre la mesa antes de las vacaciones de verano. Varias entidades financieras, como CaixaBank, Bankia, Banco Sabadell o el Santander, entre otros, recibieron la noticia con un gran escepticismo, asegurando que "no es el momento" ni "tampoco" es justo" que la banca "tenga que cargar con todo el esfuerzo" para ajustar las cuentas públicas.

Incluso algunas amenazaron con "cambiar su estructura legal" en caso de que se aplicara. Algunos expertos también criticaron la iniciativa, asegurando en declaraciones a El Nacional que "es un impuesto regresivo" -es decir, que perjudica las rentas más bajas- y al mismo tiempo es una "ridiculez pensar que con este impuesto se ayudará a pagar las pensiones", en palabras de Josep Soler, director del Instituto de Estudios Financieros. De hecho, el impuesto en la banca conseguiría recaudar entre 1.500 y 2.000 millones, "cosa que no sirve de nada porque el agujero de las pensiones es de más de 14.000 millones", aseguraban.

Presupuestos, a finales de año

El presidente español ha adelantado que pretende presentar los nuevos presupuestos a finales de noviembre o al principio de enero, de manera que puedan aprobarse de cara el primer trimestre del 2019. De todos modos, Europa Press asegura que fuentes de Izquierda Unida (IU) consideran que por algún motivo, el gobierno de Sánchez quiere retrasar la aprobación de los Presupuestos, aunque las negociaciones van por buen camino.

Se avanza en otros impuestos

Pero el impuesto en la banca no es la única iniciativa del PSOE en materia fiscal. De hecho, el Ejecutivo ya anunció desde la toma de posesión su intención de crear "una nueva fiscalidad para el siglo XXI", con el objetivo final de elevar la recaudación tributaria en 8.000 millones de euros anuales como mínimo con respecto a lo que ya se había aprobado en los presupuestos del gobierno anterior.

En este sentido, el IRPF, Impost de Societats (IS), las transacciones financieras o el impuesto sobre el diésel son algunos de los aspectos fiscales en que más se han avanzado las negociaciones. La próxima semana se continuará con una nueva reunión, y se plantearán varias propuestas nuevas como la de IU, que propone una nueva regulación de las sicav y las socimis a fin de que tributen sus beneficios.