Las personas mayores que viven en ciudades medias son las que sufren más vulnerabilidad residencial en España. Esta es la conclusión principal del estudio Envejecer en casa: ¿mejor en el pueblo que en la ciudad?, publicado por el Observatorio Social de "la Caja".

Como indica el informe, el 96,4% de las personas mayores deciden vivir en su casa durante la vejez, delante del 3,6% que viven en residencias o instituciones de otro tipo. La evidencia disponible, recuerda el artículo, muestra que envejecer en casa beneficia la salud y el bienestar de las personas mayores, siempre que la vivienda favorezca un envejecimiento de calidad y no expongan las personas mayores a situaciones de vulnerabilidad.

En este estudio se analizan las diferencias entre envejecer en un pueblo pequeño o en una macrociudad, vinculado a efectos de la calidad de la vivienda. Concretamente, el informe apunta que el 20,1% de personas más mayores de 65 años en España -1.596.675 personas- residen en viviendas que sufren vulnerabilidad residencial extrema. Un porcentaje que se eleva más a las ciudades de entre 10.000 y 100.000 habitantes, donde puede llegar al 23,5% del total de la población de personas mayores en los municipios de entre 20.000 y 50.000 habitantes. Según la autora del estudio, la vulnerabilidad residencial extrema surge de la acumulación de problemas en una vivienda, que hace disminuir la calidad de vida de los que viven allí.

Más protección en los extremos

El informe apunta que los extremos -es decir, vivir en un pueblo de menos de 10.000 habitantes, pero especialmente en los más pequeños o en una ciudad de más de 500.000 habitantes- ofrecen más protección a las personas mayores.

Por una parte, las ciudades de grandes dimensiones se han visto beneficiadas por medidas de control y recursos públicos para luchar contra la infravivienda, mientras que los municipios rurales más pequeños se sirven de un rango más amplio de formas solidarias de acceso a la vivienda y de un ahorro en los precios de los terrenos que redunda en una calidad más alta de las construcciones.

Los problemas más frecuentes, desde el momento que inciden sobre un número más alto de personas, son los de accesibilidad (5.289.113 personas afectadas), la falta de calefacción o de aparatos para calentar la vivienda (3.355.129), falta de ascensor en edificios de más de tres plantas (1.740.376) y amontonamiento (959.936).

Falta de acceso al agua corriente

Otra carencia detectada es la falta de acceso a agua corriente, que si bien afecta a 431.818 personas mayores, se considera un problema grave porque el agua es un bien necesario, imprescindible para obtener la cédula de habitabilidad de la vivienda. El estudio pone el foco en la necesidad de corregir estos problemas para garantizar una vejez autónoma y de calidad, como también integrada en la sociedad, lo cual exige cubrir las necesidades básicas en las viviendas.