Las nuevas inversiones para la transformación de la cadena de tiendas por todo el mundo, la puesta en marcha del centro logístico de Lliçà d'Amunt y el impacto negativo de las divisas han hecho entrar en pérdidas a Mango.

El grupo textil ha obtenido un beneficio negativo de 61 millones de euros en el 2016, a diferencia de los 4 millones de euros de ganancias que obtuvo en el 2015.

El Ebitda, el beneficio antes de amortizaciones, impuestos e intereses, se situó a 31 de diciembre en 77 millones, el 54,7% menos que en el 2015. La facturación ha cerrado el ejercicio en 2.260 millones de euros, el 2,9% menos que el año anterior.

A pesar de este escenario negativo en el 2016, el primer semestre del 2017 apunta a un retorno a beneficios, dado que en el primer semestre se han incrementado los beneficios en 45 millones y el Ebitda en más de 30 millones.

El vicepresidente ejecutivo de Mango, Daniel López, se ha mostrado ''optimista'' de cara al ejercicio de este año. López ha explicado que en el 2016 la empresa ha hecho un esfuerzo ''en el proceso de transformación del modelo de negocio'', lo que ha tenido un impacto en el Ebitda ''y en consecuencia, un sacrificio en el beneficio de este año''.

A pesar de esta evolución negativa en el 2016, a partir de septiembre del año pasado se observa un cambio de tendencia en las diferentes líneas de la cuenta de resultados que ''nos hace ser optimistas de cara al 2017'', ha afirmado López.

Entre en enero y el mes de junio de este año, las cifras ''están por encima de los objetivos'' de la compañía. Así, el beneficio ha crecido en el periodo en 45 millones más que el primer semestre del año pasado y el Ebitda ha mejorado también en 30 millones de euros.

La internacionalización del grupo textil cada vez es más evidente y eso se constata en el hecho de que de los 2.269 millones de euros de ventas, el 79% los aporta el negocio internacional y el resto, el 21%, se genera en el Estado español.

La empresa explica que el resultado del Ebitda se ha visto afectado negativamente en 61 millones de euros por un volumen de ventas por debajo de las expectativas en el primer semestre del 2016, por la implantación de un modelo fast fashion muy ambicioso, que ha reducido los márgenes, por el comportamiento desfavorable de divisas como el dólar, la lira turca y el rublo ruso, más el esfuerzo inversor por la transformación de la cadena de tiendas por todo el mundo, así como los gastos registrados en la puesta en marcha del centro logístico internacional de Lliçà d'Amunt.