La cancelación del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona que se tenía que celebrar a finales de febrero del 2020 debido al coronavirus ha dejado consecuencias económicas importantes, más allá de toda la crisis generada por la pandemia. De esta manera, el Gobierno ha decidido "transigir" con la GSMA, la organizadora del MWC, con respecto a las "consecuencias" derivadas de la cancelación del congreso por la pandemia. Según explica Eldiario.es, la idea es plasmarlo en un próximo decreto.

De todos modos, el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, autor de este acuerdo aprobado por el último Consejo de Ministros, no ha querido dar detalles sobre los cuales quiere decir, ni aclara si eso se traduce en algún tipo de desembolso de dinero público. El Ejecutivo remite al Consejo de Estado un acuerdo por el cual se solicita "la emisión de dictamen con carácter urgente, antes del día 1 de junio, en relación con el proyecto de Real Decreto por el cual se acuerda transigir con el Groupe Speciale Mobile Association (GSMA), respecto de las consecuencias derivadas de la cancelación" del congreso de telecomunicaciones.

Tal como explica eldiario, pedir un dictamen a este órgano es un paso preceptivo cuando el Estado asume una responsabilidad patrimonial por encima de 50.000 euros, aunque también se puede solicitar por otros motivos. A la espera de saber en qué se traslada este dictamen, recordamos que el Mobile fue la primera gran pérdida para la economía catalana y española causada por el coronavirus. Aunque en un primer momento los más críticos no entendieron la decisión de cancelar la celebración del congreso, cosa palpable en las continuas desavenencias dentro de la junta de la GSMA durante los días críticos, la rápida expansión de la pandemia ha apagado las dudas.

La suspensión del Mobile fue el preludio de la cancelación y aplazamiento de muchas otras actividades y congresos no sólo en Catalunya sino por todo el mundo. El MWC es el acontecimiento internacional de tecnología más importante a nivel global, que este año estaba previsto que congregara además de 110.000 visitantes de todo el mundo y aportara a Barcelona unos 500 millones de euros.