La agencia de calificación crediticia Fitch sigue suspendiendo a Catalunya. El pasado 18 de marzo, Fitch instaba a Catalunya a tener una gestión proactiva de su deuda y a colaborar con el Gobierno de España para afrontar su "débil posición de liquidez" así como los vencimientos de 2016. Tan solo cuatro meses después, ha colocado nuevamente su deuda a largo plazo y emisora de moneda extranjera en la categoría de BB o lo que es lo mismo, bono basura sin grado de inversión.
Un rating con perspectiva negativa que Fitch atribuye a la incertidumbre política en España por la falta de formación de Gobierno central después de las elecciones del 26-J pero sobre todo a Catalunya tanto por la cuestión de confianza del president de la Generalitat, Carles Puigdemont, como por la prorroga de los presupuestos y el veto de la CUP. Más concretamente, la agencia asegura que decidió suspender a Catalunya cuando su relación con el gobierno español dejó de ser "cooperativa".
Primero España, después Catalunya
Y es que según la agencia norteamericana, Catalunya no aclarará su futuro hasta que España no aclare previamente el suyo. Paso a paso, considera que la deuda de Catalunya todavía puede caer más si el Estado no pone las cosas fáciles y retira así su apoyo financiero. En este sentido, confía en que el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) ayude a Catalunya a afrontar su deuda para este año y que la situación política se normalice con el fin de poder volver a situar la calificación en BBB- o lo que significa, bono satisfactorio con grado de inversión.
Fitch tiene por costumbre hacer valoraciones económicas de la deuda sin una firme voluntad política. Pero al fin y al cabo, o bien la política y la economía están más ligadas de lo que parece o Fitch acaba haciendo aquello que teóricamente procura evitar: "la perspectiva negativa refleja el resultado potencial de una separación abrupta de España o la retirada del apoyo del Estado en el medio plazo". Una decisión que asegura que perjudicaría las arcas de Catalunya y haría crecer su deuda, debilitaría su presupuesto y aumentaría su riesgo de liquidez. Y aunque "la recuperación de la economía no ha sido afectada por la incertidumbre política, la independencia de Catalunya resultaría en un choque económico."